A sanar la herida de Cataluña

Bueno, ya está. Ya pasaron las elecciones catalanas. Se acabó el combate. Es hora de que las aguas vuelvan a su cauce, de que todos nos serenemos y volvamos a lo importante. ¿Es posible?

Ahora toca comprobar, efectivamente, si las heridas que ha dejado esta refriega electoral son mortales de necesidad o, por el contrario, es posible imaginar que no quedarán secuelas.

La situación es bastante penosa. Cataluña es una parte muy importante de España, reconocida y valiosa. Y creo que este sentimiento es mayoritario entre los españoles de bien.

Sin embargo, lo que no tengo tan claro es que la deriva independentista y, sobre todo, el modo en el que se ha presentado este desafío, no haya provocado rechazo entre la ciudadanía.

Entiendo que la virulenta reacción de algunos “españolistas”, que no comparto en absoluto, habrá contribuido por su parte a extremar la posición de algunos catalanes moderados. Me apena pero hay que admitir que esto también ha sucedido.

Hace un año, el propio Artur Mas se quejó del aumento de “la distancia emocional de Cataluña hacia España”. Mucho me temo que lo sucedido en nuestro país en las últimas semanas ha agudizado también el efecto contrario. Y en esas estamos.

Por eso, insisto: toca sanar esta herida. Todos nos jugamos mucho.

Más en twitter: @javierfumero

 
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