El show de la bandera de España

Nunca me he sentido muy identificado con los movimientos patrióticos. Me siento muy español pero, respetando a quienes piensan de otro modo, no logro verme con una pegatina de España en el reloj, ni con la enseña bordada en el cuello de la camisa o colocada en el balcón de mi casa… por más que ganemos un Mundial. Qué le vamos a hacer.

Pero me gusta la pasión que existe en Estados Unidos e Italia –por poner dos ejemplos que conozco algo- hacia su bandera nacional. Sienten algo especial. Les provoca emoción sincera y afecto generalizado. Muy pocos discrepan en esto.

Pero aquí, en este país de la piel de toro, no es así. Hasta ahora, cualquier colectivo que defendiera lo español y enarbolara una bandera rojigualda era rápidamente identificado como la derechona agitando su ideología extremosa. El aguilucho está ahí, medio disimulado, y no hay que fiarse: es el mismo perro con distinto collar.

Son clichés. Así como el empresario será siempre y por definición un explotador oligarca recalcitrante, el que agita la enseña nacional es un ‘tejerito’ en potencia.

Son estereotipos que han calado, como digo, gracias a la intensa labor de propaganda de la izquierda española.

Por eso, me ha llamado mucho la atención el show que ha montado este fin de semana Pedro Sánchez con la bandera de España a todo trapo. ¡Qué pasada!

A mí me parece muy bien. Pero a más de uno en su partido casi le da un infarto.

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