La superioridad moral de la izquierda

Tengo para mí que la superioridad moral de la izquierda pierde gas. Lo voy a explicar. Estos últimos días he leído dos artículos donde me ha parecido percibir precisamente eso: el desencanto que están dejando entrever algunos personajes públicos hacia la izquierda. Se sienten decepcionados, les han fallado. La herida parece profunda, sangrante y abierta.

El actor José Sacristán fue entrevistado hace unos días por El Mundo. Acaba de recibir un premio a toda su carrera en el Festival de Cine de Alicante. Charlaron de cine, de teatro, de las artes escénicas en general... y en un momento dado, llegó la pregunta:

-- ¿Qué opina de la actual situación política? ¿Se siente desencantado, tanto de unos como de otros?

-- No, con unos para nada. De la derecha no me desencanto porque nunca he creído en ella. La derecha de este país es bastante cavernícola y a las pruebas me remito. Estoy muy jodido con el desmoronamiento moral de la izquierda de este país y de Europa en general. Mira lo que pasa en Italia y con la izquierda francesa, o en Grecia y Portugal. La derecha... nunca he contado con ella, pero la izquierda o hace una reflexión en profundidad y se para y sanea o esto es... penoso.

Dejando a un lado el análisis simplista, sectario y patán que realiza el actor sobre la vida política española –habitual, por otro lado, en los artistas de la war-, voy al fondo del asunto. En las palabras de Sacristán hay amargura, pesadumbre, desengaño.

Se siente víctima de un fraude. Le duele que no quede ni rastro de ese halo de santidad del  parece dotada la izquierda: la más sensible con los problemas sociales, la más cercana a los pobres, la más combativa en la defensa de los derechos humanos, la más sensata, la más cabal... En definitiva, como digo, esa clase política presuntamente superior en lo moral a cualquier otra ideología.

La derecha roba y cabildea. Normal. Son los ricos y siempre han explotado a la plebe. Jamás harán nada a derechas (valga el juego de palabras). Son mezquinos, tramposos y parte del problema. Por principio. Allí no puede crecer la hierba.

Parece como si en este país hubiéramos suspendido todos en historia. Como si nunca hubiera habido un caso Filesa, ni los GAL, ni el expolio de los fondos reservados, ni ahora los ERES de la Junta de Andalucía o el caso Campeón de José Blanco.

La izquierda decepciona y genera desencanto porque el dogma establece que las buenas intenciones son suficientes, dados los mejores ideales y principios que –como el valor en el Ejército- se presupone en el lado izquierdo del hemiciclo.

 

Pero quería hablarles de otro artículo. Se trata de un análisis publicado este domingo en el diario El País, titulado: “Obama no es Bush, pero se le parece”. Como apunta su encabezamiento, es un amargo lamento por la caída de otro ídolo de la izquierda internacional, el presidente norteamericano.

En las palabras del corresponsal se percibe la frustración de quienes tanto habían esperado de aquel romántico “Yes, we can”. Pues va a ser que no. Sus más entusiastas seguidores están muy decepcionados ante la retahíla de fiascos acumulados: continuismo, parálisis, escasez de ideas, incoherencia, espionaje a periodistas, registros telefónicos, rastreo de correos electrónicos, chats y fotos en todo el mundo...

Vaya palo.

Más en twitter: @javierfumero

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