Lo triste de dejar el Ministerio: "ahora nadie se me pone al teléfono"

Cuentan quienes lo han vivido que es un 'shock' para el que hay que estar preparado. Tras un tiempo entre algodones, sintiendo la subyugante pulsión que deriva del ejercicio del poder, todo desaparece.

Una de las cosas más llamativas es -aseguran quienes han pasado por este trago- lo que sucede con el teléfono.

Cuando uno desempeña un cargo relevante parece tener hilo directo prácticamente con el común de los mortales. Es manifestar el deseo de contactar con alguien, que el susodicho ya está al otro lado del aparato. Todo son facilidades y disponibilidad.

El choque viene cuando uno entrega la cartera y pasa a ser un "ex" más del mundo. "Voy a llamar a fulano para comentarle este asunto...". Y, sorprendentemente, casi por ensalmo, fulano no sólo no se pone: es que ni devuelve la llamada.

Las relaciones que uno consideraba sustentadas en una amistad sincera se demuestran falsas, de cartón piedra, eran sólo lazos interesados. Es como una cornada sangrante que duele en lo más profundo.

Dicen que el golpe es bastante difícil de digerir.

Más en twitter: @javierfumero

 
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