Ha faltado apoyo institucional español antes del fallo

El “Brexit” ha dejado a Navantia sin el contrato del siglo en Australia

La exclusión en la construcción de nueve fragatas esconde una “decisión política” vinculada al tratado de libre comercio que Londres negocia con sus ex colonias

España ha pedido una oportunidad histórica para hacerse con el mayor contrato en el extranjero de la historia para una empresa española. El gobierno australiano confirmaba el pasado 28 de junio lo que contaba ECD un día antes: el lobby británico había conseguido decantar la balanza hacia la oferta de BAE y sus fragatas Type 26. Fuentes próximas a la negociación explican las causas del fracaso.


Ha pasado ya casi una semana desde que Navantia conociese la decisión del gobierno de Australia de otorgar el concurso de 9 fragatas a la británica BAE, denominado ‘SEA 5000’. Y en los astilleros consideran que ya ha pasado tiempo suficiente para realizar un primer análisis sobre lo ocurrido en estos últimos meses.

Fuentes internas de Navantia, consultadas por ECD, califican la decisión del gobierno austral de “varapalo” y “decepción”. Consideran que la compañía había puesto “todos sus esfuerzos en conseguir el contrato, con años de trabajo y gente allí desplazada” explican.

“Es una oportunidad histórica perdida, pero la empresa debe seguir adelante con los otros frentes abiertos” aseguran estas voces.  Sobre las causas que llevaron a perder un contrato de 22.500 millones, la decisión del gobierno australiano se entiende en “clave política”.

La alargada sombra del Brexit

Las fuentes consultadas no dudan en señalar al proceso del Brexit y sus ramificaciones como un condicionante clave en el fracaso del negocio. Consideran que han pesado mucho más aspectos puramente políticos que técnicos y económicos, ya que respecto a estos últimos “la oferta española era netamente superior”.

El hecho de que Australia y Reino Unido estén negociando en estos momentos un Tratado de Libre Comercio entre ambos países ha sido “clave” en todo el proceso de negociación. Pero a los representantes españoles “se les prometió que la decisión no se vería influida por esto, algo que finalmente no ha sido así”.

Así, consideran que la firma del contrato con BAE supone “una muestra del acercamiento entre Londres y Canberra” de cara a la consecución del TLC. Destacan, también, que los lobbies británicos “han realizado un trabajo de campo intenso” en este sentido.

No ha gustado a los militares

Las fuentes consultadas aseguran conocer el malestar que ha generado la decisión del gobierno australiano entre altos oficiales de la marina australiana, que apostaban por la elección de un buque basado en las F-100 españolas con gran interoperabilidad con las unidades de la US.Navy.

Cabe recordar que la oferta española fue señalada unas semanas antes de la decisión como “la menos arriesgada” en términos técnicos y económicos de las tres. Y además, explican fuentes de Navantia, se les había trasladado que el buque español llevaba bastante ventaja “por el mero hecho de ser un buque que ya existe, no un proyecto sobre plano como las Type 26”, con los riesgos que ello conlleva para la producción. Gran Bretaña llevaba desde los años 70 sin exportar el diseño de una fragata.

 Además, el contrato requiere que las fragatas futuras equipen el Aegis, el sistema de combate que han implementado Navantia y Lockheed Martin para las fragatas españolas y norteamericanas, un proceso que será complejo técnicamente.

 

Se echó en falta mayor respaldo institucional

Por otra parte, estas voces creen que habría sido positivo para el contrato un mayor respaldo institucional del Estado en estos últimos meses, definitivos para la conclusión del contrato. La última visita oficial a Australia fue la que realizó la entonces ministra de Defensa María Dolores de Cospedal en junio de 2017, mientras Reino Unido ha mantenido visitas de más alto nivel en los meses decisivos.

Recuerdan, por ejemplo, el viaje el pasado mes de abril del príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa Camila. O el comunicado de la oficina de Theresa May tras conocerse la noticia, recalcando el “lobby” que había hecho  la primera ministra a Malcolm Turnbull, primer ministro australiano, para conseguir el contrato.



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