Javier Fumero

Es Cataluña quien tiene un pollo de narices

El pasado viernes (hace una eternidad), al día siguiente de las elecciones catalanas, en caliente, Carles Puigdemont y los camaradas exiliados comentaron los resultados de los comicios. Fue verdaderamente sorprendente.

La frase mágica que salió de la boca de quienes están llamados a dirigir el destino político de los catalanes fue la siguiente: “España tiene un pollo de cojones”… con perdón. Esto último lo digo yo. Porque ellos, eufóricos, a pesar de ser conscientes de que les estaban grabando, no estaban para comedimientos.

Madre mía, a lo que ha llevado el Brexit catalán. Efectivamente, todos menos ellos asisten alarmados a la grave situación en la que se ha sumido Cataluña. Su futuro económico y social es inquietante, de vértigo. ¡Y no se dan cuentan! O se dan cuenta pero les da igual, que es peor.

Dicen que el problema lo tiene España. No, hombre, no. El problema, el pollo, lo tiene Cataluña. Como el Brexit lo va a pagar el Reino Unido.

La frase de marras lo que confirma es algo que se había insinuado en los últimos meses. En Cataluña los 2.063.361 ciudadanos que han votado independencia lo han hecho con las tripas, con el estómago, hasta quemar las naves.

Algunos lo interpretan como un gesto de hidalguía, de autenticidad, de rebeldía gallarda. El problema es la línea tan fina que suele unir el idealismo con la obcecación del fanático. Este tampoco razona. Actúa montando un pollo de cojones (con perdón) pensando que es lo más adecuado. Y puede que sea una insensatez… que va a pagar muy cara.

Más en twitter: @javierfumero

 
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