Cien semanas de conversación

Este miércoles, 1 de diciembre, por generosidad del editor y del director de El Confidencial Digital, se cumple ya el número cien de los articulillos que público en este sitio de Internet, referencia creciente en el panorama informativo.

El caso es que quiero agradecer la benevolencia a tantos lectores que han visto en estas palabras semanales una oportunidad de palpar opiniones de actualidad, compartir inquietudes e incluso sonreír y admirarnos juntos ante mil y una anécdotas que seguro pueden haber sido comunes a tantas personas.

Es “el regalo de oír una vida” como Monserrat, una  aguda lectora, remarcaba en un comentario: pienso que ese es el mejor estímulo para hablar o escribir. Pasión de voces silenciosas que ustedes, vosotras y vosotros, colegas y amigos, me habéis soplado al oído: temas, anécdotas y experiencias.

Algunos me animaban a poner de vuelta y media a incompetentes diversos: a dar caña. Otros, por e-mail, explicaban difíciles situaciones de injusticia, conflictos vitales o de abandono, desconocidas noticias para los medios de comunicación, pero que son tan y tan importantes.

O, también, surgieron ríos de felices encuentros, ideas, claves para la buena convivencia y para un desenfadado pero realista juicio sobre lo cotidiano, aquello que vivimos a pie de calle. ¡Cuántos blogs enlazados, cuántas tertulias aderezadas!

Cien semanas de disfrute, y algún trasnocheo, la verdad. Con ideas tomadas a vuelapluma a padres y madres de alumnos, a la panadera, al quiosquero, a familiares y amigos. Latir de quehaceres e ilusiones en carne viva, enmarcados con lecturas de la amadísima biblioteca paterna.

Red de comentarios en defensa de los que van a nacer, experiencias viajeras, personajes de ejemplar referencia, acontecimientos que marcan tendencias, ideas fuerza… Encuentros familiares, necesidad de abrir los ojos a la realidad, juveniles portazos a la indiferencia… La crisis como catarsis, pero con el ruego de la responsabilidad y el espíritu de servicio que han de mostrar los poderosos. Elogio de la vejez y elogio de la paciencia ¿quién no quiere que la tengan con uno?

Disfrute del cine y de la poesía, del paseo por el campo, y de conocer otras gentes y otros lugares. O, como me decía Cristina, “reconfortantes articulillos”, sólo por ello ya ha valido la pena el esfuerzo. Sí, eso deseo que sean. Un descanso, un agarradero, con buen humor, incluso de vez en cuando acerado pues es hora de despertar conciencias. 

Libertad de educación –sin ella no hay ninguna libertad-, como banderín de enganche de multitud de sensibilidades. Heroicidad de padres e hijos, novedad de libros de buenos amigos, chiquilladas de politiquillos… Y, siempre, siempre, siempre, intrepidez de gente sencilla, de gente que sabe lo que vale un peine, y lo que vale un café, pues a veces incluso intenta ahorrarlo para dedicar unas monedas a un buen fin.

 

Periodismo ciudadano, sociedad a flor de piel, escudo humano frente a estatalismos agobiantes, pedagogía de la verdad, también esa que a veces no se dice. Hacer equipo, aprender de los pequeños, ternura con los más mayores. Arte y cultura, razón y ciencia hermanadas, paz con lucha por la paz.

Todo eso y más he aprendido gracias a ustedes. Han sido cien muestras del placer de conversar, del disfrute de saberse en buena compañía. En fin, como un niño chico lo que me explican lo explico. Y es que lo bueno hay que difundirlo.

Pues, ¡ea!, si les apetece, nos seguiremos contando las mil y una.

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