Condenado a no crecer. La consejería de Sanidad de la Xunta de Galicia niega a un niño enfermo un tratamiento imprescindible

Me ha sorprendido muchísimo el caso de Ismael Carballo, ese niño gallego de cinco años, que sufre una grave patología de crecimiento, y a quien el SERGAS negó, reiteradamente, el tratamiento hormonal que le es imprescindible.

Me extraña doblemente que la Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia haya tomado esa decisión: primero, porque el artículo 41 de la Constitución Española de 1978 garantiza esa prestación; segundo, porque Galicia está gobernada por el Partido Popular, partido que se ha erigido en el cancerbero de la Constitución.

Y como con dinero, San Pedro canta, aquí entra en escena la privatización de la Sanidad, la panacea predicada por los pupilos de la Escuela de Chicago.

Sin alternativa, Ismael comenzó a recibir el tratamiento en una clínica privada de Teo (A Coruña), con un coste de 500 euros al mes, que la familia no podía costear. Los gastos se cubrían con la ayuda los vecinos de Bentraces, con donaciones anónimas y con recogida solidaria de tapones de plástico.

Una vez más, el pueblo humilde, ese que carece de sobres bajo mano, de tarjetas negras, de contratos blindados, de planes de pensión exorbitantes, se ve abocado a enderezar los entuertos administrativos que, tan alegremente, crean sus representantes políticos.

Más tarde, entrará en escena la Reina; pero esa es otra historia.

 

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