Los aparatos indicados, A-310 y B707, no estaban disponibles

Defensa incumplió el protocolo del ébola: envió un avión inadecuado para repatriar al segundo misionero

El Hércules C-130 utilizado es más lento, no está completamente presurizado, tiene mala iluminación, resulta muy ruidoso. Conclusión: “El enfermo tuvo que sufrir”

Hércules en la base de Torrejón.
Hércules en la base de Torrejón.

El protocolo del Ejército del Aire es claro: las aeronaves apropiadas para una misión de repatriación como lo que había que montar para trasladar al segundo religioso contagiado por ébola son el Airbus A-310 y los Boeing 707. Sin embargo, Defensa utilizó un C-130 Hércules, un avión que no cumple los estándares exigidos.

Según ha sabido El Confidencial Digital, de fuentes militares cualificadas, la repatriación de Manuel García Viejo, el segundo de los misioneros de San Juan de Dios, que había contraído el virus del ébola en Sierra Leona, no siguió estrictamente el protocolo diseñado por Defensa y el Ejército del Aire.

Operativo de evacuación

El sábado, 20 de septiembre, tras detectar un empeoramiento del estado de salud de García Viejo en el hospital de Freetown donde se encontraba, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios solicitó formalmente al ministerio de Sanidad que iniciase los trámites para su repatriación a España.

Se puso entonces en marcha el mismo protocolo aplicado en el caso de Miguel Pajares, el primer enfermo español de ébola. Se movilizó un equipo de la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire (UMAER), formado por un comandante médico, un capitán enfermero y un cabo primero y un auxiliar de enfermería.

Un A-310 en mantenimiento y otro en Nueva York

El problema surgió cuando se consultó con el Ejército del Aire cuáles eran las aeronaves disponibles para el traslado del religioso. A Miguel Pajares se le había repatriado en un Airbus A-310 del Grupo 45, avión recomendado por el protocolo.

Sin embargo, en ese momento no había ninguno disponible. Uno se encontraba en tareas de mantenimiento, mientras el otro Airbus estaba siendo utilizado por el Gobierno para trasladar al rey Felipe y al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, a la cumbre de la ONU en Nueva York, que se celebraba esos días.

La otra opción era utilizar alguno de los tres T-17 Boeing 707 del 47 Grupo Mixto, previamente medicalizados. Esta opción también se desechó, según explican fuentes extraoficiales del Ejército del Aire, porque “ninguno de los aparatos estaba disponible”.

El Hércules, un avión lento

Se optó entonces por un C-130 Hércules del Ala 31. Se trata de un avión de transporte con cuatro motores turbohélice, capaz de ser adaptado para misiones de aeroevacuación. Pero no está contemplado en el protocolo del Ejército del Aire para este tipo de operaciones.

El manual adaptado para repatriar personas con ébola, que Sanidad está también enviando a otros países, indica expresamente que la aeronave “ha de ser rápida, para no tener al paciente expuesto al medio aéreo más de lo estrictamente necesario”.

Sin embargo, en el caso del Hércules el traslado duró mucho más, ya que alcanza velocidades de crucero de solo 500-540 kilómetros por hora dependiendo del modelo.

 

Ruidoso, mal iluminado e incómodo

Además, el protocolo establece que el avión destinado a estas misiones de repatriación debe “ser espacioso en su interior para permitir la movilidad”. Algo que sí cumple un C-130, que dispone, además, de un gran portón trasero para acceder a la bodega de carga.

Pero especifica que debe tener “baja sonoridad, para que el personal pueda comunicarse entre sí y con el paciente si fuese necesario”. Expertos en aeronáutica militar explican que el C-130 es “un avión muy ruidoso, ya que no está insonorizado y los cuatro motores de hélice hacen mucho ruido”.

Por otra parte, estas voces destacan la escasa luminosidad que ofrecen los Hércules, frente a aviones como el A-310 y el B707. Algo que también contraviene el manual de actuación, que exige “alta luminosidad”.

Mala presurización

El sistema de presurización del Hércules, explican, no es tan avanzado como el de los otros aviones, ya que, mientras se ajusta (lo hace progresivamente, según ascenso o descenso de altitud) resulta mucho notable la sensación de presión en los oídos.

Además, la cabina es mucho más sensible a los cambios de temperatura, que pueden notarse fácilmente en el interior del aparato.

Quienes han realizado un viaje de similar distancia en un avión tipo Hércules aseguran: “No es un avión cómodo desde luego. Es eficaz para el traslado de tropas, pero para un enfermo es otra cosa. Tuvo que sufrir”, concluyen.

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