Esquerra no quiere gobernar

En las recientes elecciones catalanas ha habido pocas sorpresas, porque después de todo lo que ocurrió durante la campaña, la espectacular subida de la Esquerra Republicana y Ciutadans era algo que, si no en lo seguro, podía entrar en lo probable.

Muchos reveses, no solamente el de los números, se ha llevado, se está llevando y seguirá sufriendo Artur Mas, pero es evidente que el peor de todos está siendo –aún no ha acabado- la negativa de Esquerra Republicana de Cataluña a formar gobierno con él.

Si como han afirmado sus dirigentes, votarán a Mas para la investidura, su negativa a aceptar alguna consejería no puede deberse más que a dos cosas que, perfectamente, pueden ser simultáneas: de cara a su electorado no quieren 'mezclarse' con la derecha y pretenden tener las manos libres para esperar a ver por dónde llegan los vientos de la autodeterminación. No se olvide que Esquerra, que desde siempre ha tenido clara su vocación secesionista, durante la campaña no ha sido tan 'concreta' en sus aspiraciones como el propio Mas y ha dejado muchas puertas abiertas.

La actitud de Artur Mas ha sido y sigue siendo absolutamente equivocada. Se ha visto claramente en las urnas e incluso los que son más independentistas que él le dan la espalda. Se la han dado en los comicios y se la dan a la hora de formar gobierno.

Puestos a pensar mal habrá que decir que con Carod Rovira y sus congéneres, posiblemente Mas hubiera tenido un sí a cualquier consellería (recuérdese aquello de 'ministro de lo que sea'), pero de momento los actuales dirigentes de la Esquerra, ahí están los resultados, parecen más sensatos, se esté o no de acuerdo con sus planteamientos.

 
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