Grotesco Puigdemont, todo un gran error

Juzgar a los catalanes en base a la catadura y comportamiento de cierta parte de sus dirigentes políticos sería una injusticia. Tras la aplicación del artículo 155, huida de Puigdemont a Bruselas, huelga del pasado miércoles, abandono de empresas y un largo etcétera, han convertido a la región en un insufrible despropósito.

La asistencia de Forcadell a la manifestación del sábado, habría resultado demasiado descarado tras sus recientes declaraciones contradictorias ante el juez.

Pretender presentar a España como un Estado represor no prosperaría nunca, como una quimera la confección de una lista  electoral única por parte de los independentistas. Puigdemont y compañía se están equivocando con sus planteamientos y estrategias. Oriol Junqueras sueña con alcanzar la presidencia de la Generalidad, lo  que anula toda posibilidad de acudir a las próximas elecciones con una lista unitaria encabezada por el expresidente residente en Bruselas. Los ruegos de Mas, Pascal y varios dirigentes del PDenCAT pidiendo a Esquerra el acudir juntos a los comicios han sido inútiles como vaticinaron todos los sondeos de opinión.

Todavía son multitud los catalanes que continúan apoyando el soberanismo, si bien, los síntomas apuntan hacia un lento declive. Las bases de ANC y Ómnium ya cuestionan a sus líderes y eso es una clara señal de descenso, como el hartazgo sobre el independentismo por parte de la ciudadanía tras comprobar que la prosperidad prometida no aflora por ningún sitio, sino más bien todo contrario.

Resultaría cuando menos paradójico que el próximo presidente de la Generalidad se encontrase en prisión en el momento de su elección. Todo indica que ERC parte como favorito para ganar el 21-D, por lo que el aspirante a suceder a Puigdemont recaería en Oriol Junqueras. Lo suyo será que se habiliten los medios necesarios para que los candidatos y otros implicados puedan participar en las respectivas campañas electorales y no se añada un problema más.

Tras analizar las últimas declaraciones de destacados políticos implicados en el "proces", todo lo sucedido con posterioridad al 1-O,  proyecta una imagen de desconcierto, opera bufa o tomadura de pelo. Tanto la falsa declaración de independencia como la autoproclamación de la República catalana no reunían la más mínima viabilidad, unido como remate, a la traición de la presidenta del Parlamento, Carmen Forcadell.

Las proclamas posteriores han quedado en un "sálvese quien pueda". Reconocer que el "Govern" no está preparado y que aún es posible una solución distinta a estas alturas, ha supuesto el final de la carrera para Puigdemont. Lo suyo habría sido retirarse de la política como tiempo atrás anunció, pero le pudo la ambición como a la mayoría y lo único que ha conseguido es el incrementar su desprestigio. El gran favor que le podría ofrecer a Cataluña sería presentar su dimisión irrevocable y cuanto antes mejor, con lo que demostraría cierta dignidad. Hacerlo peor es prácticamente imposible y mantenerlo en el poder, cuando menos resultaría peligrosamente inquietante...¡¡Tiempo al tiempo!!

 

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