“Aquí no se había visto nada igual”

Junqueras colapsa la prisión de Estremera

Los funcionarios no dan abasto con las numerosas visitas de familiares y amigos. Tiene saturado el servicio postal

Oriol Junqueras, a su entrada en la Audiencia Nacional.
Oriol Junqueras, a su entrada en la Audiencia Nacional.

Oriol Junqueras cumplió, el pasado 2 de marzo, cuatro meses en Estremera. En este tiempo, ha visto cómo sus ex compañeros de Govern encarcelados han quedado en libertad y ha seguido, desde su celda, los acontecimientos ocurridos en Cataluña desde las elecciones del 21-D. Su vida ha cambiado totalmente, pero también la de los funcionarios de la cárcel, que no recuerdan a un preso con tantas peticiones de visita ni tanta correspondencia.

La presencia del ex vicepresidente de la Generalitat en la prisión madrileña se nota incluso en los aledaños del centro. En los carteles de acceso han aparecido pintadas con la bandera de España que antes no existían. Una mera anécdota que, no obstante, deja a las claras que Junqueras no es un preso más: ni él busca serlo, ni su entorno se lo permite.

Según explican a El Confidencial Digital técnicos de Instituciones Penitenciarias y funcionarios de Estremera, Junqueras ha “revolucionado” el día a día de la cárcel. Su vida entre rejas es tranquila: se dedica a pasear y leer y no ha protagonizado ningún altercado con otro preso. No obstante, los problemas vienen cuando “llega la comunicación con el exterior”.

Llamadas y visitas constantes

Cabe recordar, en este sentido, que el líder de Esquerra ya fue castigado el pasado mes de febrero con 15 días de privación de paseos y bajadas al patio por haber aprovechado la llamada realizada a un amigo en diciembre para hablar también con un redactor de RAC 1 y conceder una entrevista que no había sido autorizada por el centro.

No obstante, salvo ese episodio, el comportamiento de Junqueras ha sido “bueno”, aunque “no lo pone fácil” con el gran número de llamadas al exterior que realiza ni la avalancha de peticiones de visitas que realizan familiares, compañeros de partido y periodistas.

Las fuentes consultadas por ECD recuerdan que cualquier preso tiene derecho a dos visitas semanales de 20 minutos o a una sola de 40, y éstas deben producirse siempre durante los fines de semana: desde el viernes por la tarde hasta el domingo. Y aseguran que, desde que está en prisión, “Junqueras no ha pasado un fin de semana sin ver a nadie del exterior”.

El ex vicepresidente catalán ha desfilado constantemente por el locutorio de Estremera para hablar con familiares, varios redactores jefe de diferentes medios de comunicación, y políticos, como su compañero y amigo Gabriel Rufián. También han ido a verle “varios diputados en grupo”, lo que provocó cierto ajetreo entre el resto de visitantes.

Desde Instituciones Penitenciarias explican que Junqueras, como cualquier otro encarcelado, puede recibir, durante los fines de semana, visitas individuales o “colectivas”, por lo que no se incumplió la ley cuando acudieron a la cárcel varios parlamentarios. Asimismo, añaden, “puede verse las veces que quiera con sus abogados”, aunque eso está provocando “algunos problemas”.

El líder de Esquerra, explican, quiere ver “constantemente” a sus asesores legales, para lo que se le facilita un teléfono para que contacte con ellos. No hay limitación de tiempo en esas entrevistas, pero lo cierto es que a otros letrados les sorprende ver siempre a los abogados de Junqueras: “Algunos comentan que siempre que ellos han ido a reunirse con sus clientes, les han visto”.

El servicio postal, “colapsado”

Si las llamadas y visitas a Junqueras en la cárcel ya provocan ciertos quebraderos de cabeza a los funcionarios de Estremera, las cartas que llegan todos los días a la prisión con el republicano de destinatario tienen “colapsado” el servicio postal del centro.

 

Ya en noviembre, a las pocas semanas de ingresar en prisión preventiva, Estremera recibía una media de cien cartas diarias para Junqueras, aunque a éste solo le llegaban 40: el resto eran rechazadas por no llevar remitente.

En los últimos meses, esas cifras se han multiplicado “de forma increíble”, hasta tal punto, que el funcionario encargado “no da a basto” ante tal cantidad de cartas: “Es una locura, no se recuerda nada parecido. Es probable que haya que reforzar con más personal el servicio de correos porque es imposible cubrir tal volumen de recepción”.


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