A Nanni Moretti, cineasta oficial de la izquierda italiana, que no convence en Cannes ni a los críticos de El País con su panfleto “anti Berlusconi”

A día de hoy, nadie duda de que el cineasta Nanni Moretti sabe hacer muy bien su trabajo. Pero tampoco se puede dudar de que su constante labor partidista por la izquierda de su país, Italia, le acaba de hacer caer en la trampa de los dioses: esto es, mirar sólo a través del canuto de la ideología que le da de comer. A los críticos de Cannes no les ha convencido “El Caimán”, la última cinta de Moretti, porque además de estar centrada en el ataque a Silvio Berlusconi, que provocará lógicas adhesiones pero no sostiene un guión por sí mismo. De hecho, el film dedica gran parte de su metraje a alimentar la egolatría del propio director, El País dixit. Los periodistas presentes en la proyección terminaron preguntándose si era obligatorio romper a carcajadas, como les habían prometido. En resumen: una vez más se observa que el arte que paga peaje a la política, acabara siendo política, pero no arte. Guindilla a la deriva de un gran director.

 

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