Ola independentista catalana

El independentismo catalán ha ido creciendo aceleradamente en estos años. Tras el radicalismo de Esquerra Republicana de Cataluña, de la mano de Carod-Rovira, y arrastrando consigo a los socialistas catalanes, CIU se ha embarcado en la aventura independentista como remedio para ocultar los graves problemas económicos y laborales de Cataluña. Todo, ahora, en Cataluña es imputable a Madrid, a España, y la solución que les parece “ideal” es el secesionismo.

Como ha dicho Núñez Feijóo, la desafección catalana es una realidad, pero basada en una mentira. Podríamos añadir que no sólo en una mentira, sino en varias. Mentiras históricas, mentiras fiscales, mentiras económicas y mentiras sociales. Además, tenemos otros problemas más urgentes en España, como el paro, y no estamos para entrar en “distracciones”. Aunque tal vez los independentistas piensan que, precisamente por los problemas graves que tenemos ahora, es su ocasión para avanzar.

Ojalá el secesionismo catalán sea como dice la canción de que las olas vienen y luego se van. Sigo confiando en el “seny” catalán y en los millones de personas que viven en Cataluña y no son partidarios de la independencia, y en la mayoría de los españoles que no la comparten.

Arantxa Quiroga ha afirmado que el enfrentamiento Cataluña-España podría evolucionar hacia un enfrentamiento entre los propios catalanes. Desde luego, cuando yo he viajado a Cataluña, he observado una tensión cotidiana entre los vecinos, que va desde hacer la vida imposible a quien cuelga en el balcón de su casa una bandera de España, hasta hablar en catalán a cualquier visitante, aunque no entienda el idioma. Se ven banderas catalanas por balcones y ventanas, pero las de España están proscritas en la práctica. Eso no es identidad catalana ni respeto, sino dictadura social.

El secesionismo catalán es agresivo. Por ejemplo, la marcha humana independentista celebrada en Vinaroz con motivo de la Diada, pretendiendo asumir a la Comunidad Valenciana. Y, como necesita algunas “víctimas” para remover a los catalanes, hubo dos detenidos en la marcha: todo calculado, preparado estratégicamente.

¿Y qué hacen mientras tanto los no-partidarios del independentismo, el PP, y teóricamente el PSOE a nivel estatal? Sin alarmismos, no basta con quejarse, sino que ha de haber una estrategia para frenar esta ola.

 
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