EN PAUSE con Paloma Gómez Borrero, periodista y Premio Toda Una Vida de la Academia de Televisión

“¡Parece que las televisiones de hoy lo único que quieren es adoctrinar!”

Paloma Gómez Borrero recibe este año el Premio Toda Una Vida de la Academia de Televisión. La periodista es la primera mujer corresponsal de la historia de TVE y, entre otras cosas, una referencia informativa sobre la actualidad del Vaticano desde los años 70.

Con el Premio Toda Una Vida la Academia de Televisión canoniza su perfil de "periodista de familia".
Con el Premio Toda Una Vida la Academia de Televisión canoniza su perfil de "periodista de familia".

Pionera: fue la primera mujer corresponsal en TVE. Periodista: prensa, radio y, sobre todo, televisión, desde hace más de 45 años. Comunicadora: con su tono afable y sus historias, ha entrado en las salas de estar de mucha España. Es la Paloma del Vaticano que nos contó todo Juan Pablo II. Aunque ella no sólo ha hablado de papas, muchas generaciones le conocen como esa-mujer-sonriente-con-la-Plaza-de-San-Pedro-como-telón-de-fondo. Magazinera de la tele hasta nuestros días: de los años de La Noria hasta 13TV, mientras mantiene un pie en TVE. En otros tiempos habría sido cuentacuentos. Campechana y liberal en mitad de la “España escéptica”. Sin complejos. Sin prejuicios. Ella va a misa pisando fuerte. Ahora sus colegas de la Academia de Televisión le acaban de catodizar en los altares de la tele. Los alabarés entran en el plató.

A sus ochenta y pocas primaveras y en forma, Paloma Gómez Borrero aparece al otro lado del paso de peatones vestida de flores. Trae su sonrisa habitual. Arreglada, pero informal. Familiar. La España de más de 30 conoce a esta mujer como de toda la vida.

Está en Madrid por accidente, y por trabajo, porque ella y los suyos viven en Roma, la ciudad que la adoptó hace casi 45 años y el escenario habitual de esas crónicas papales hechas a mano.

La Academia de Televisión de Manuel Campo Vidal le acaba de conceder el Premio a Toda Una Vida. Aunque a ella le siga yendo la marcha catódica (Amigas y conocidas, en TVE, y colaboradora habitual de 13TV), sus años de profesión se llevan ya un galardón con leyenda, el mismo que puso la guinda al curriculum de pioneros de la tele como Jesús Hermida, Miguel de la Cuadra o Chicho Ibáñez Serrador.

Al cierre de esta conversación, la fecha de la entrega del premio estaba en el aire. De todas maneras, este no es el primer reconocimiento a su trayectoria. En 2010 la Conferencia Episcopal Española le dio el Bravo Especial y la puso como modelo de informadora. Ahora el gremio ratifica ese homenaje.

A falta de capuccino, café-latte con Paloma y sus historias. Estamos en una esquina de La Tape, una cafetería de su barrio madrileño aclimatada con gracia en la mediatriz de San Bernardo. Más allá de la pantalla también mantiene su optimismo, su afabilidad, su pasión periodística, y su buena memoria. No es señora de pose.

Café, entrevista. Post café, tertulieta.

A ras del suelo, arrancamos vuelo urbano sobre la vida de la auténtica Paloma mensajera.

Sale carta de ajuste. Entra primer plano.

Segundo premio a toda una vida. Esta vez, de la Academia de TV. En el glamour de la tele también cabe una mujer reconocida sobre todo por hablar de la Iglesia…

 

Sí, aunque la verdad es que yo he hablado de muchas cosas diferentes. He hecho reportajes de cine, de moda… ¡Parece que yo no he informado más que del Papa en toda mi vida, y no es verdad! Pero la información vaticana te marca mucho. Si el premio es por toda una vida, ahí entra Papa y entra todo.

El mundo de la televisión no se olvida a sus 82 primaveras de la que fuera primera mujer corresponsal de TVE. Cómo hemos cambiado…

Hemos cambiado mucho. Cuando yo empecé, según me contaron, mis compañeros que estaban en TVE hicieron una apuesta para ver cuánto duraba la de Roma… Hablaban de 15 días, un mes… Desde luego ninguno apostó por 12 años.

¿Cuándo empezó su carrera se imaginó tanto reconocimiento?

No. Nunca he creído hacer nada especial. Simplemente, me limitaba a contar noticias, lo mejor posible, de manera inteligible y divertida, especialmente en televisión. Como emitíamos para un telediario a la hora de comer y de cenar, teníamos que enganchar a los telespectadores. Siempre pensaba cómo empezar cada crónica para que la cuchara o el tenedor del que veía la tele se quedara en suspenso, en el aire, como con curiosidad para saber qué contaba ese día.

Es usted de ese estilo de periodistas que entran en la casa de la gente con mucha naturalidad. Igual ahora falta conexión.

Ahora se construyen muchas noticias a través de lo que sirven internet y las redes sociales. El periodismo es menos personal. Quizás en estos tiempos tenga más mérito, porque es más difícil discriminar entre miles de fuentes… Entonces, las fuentes eran las que tenía yo: mis amigos, las personas de las que te ganabas su confianza y te ponían al tanto de las novedades. Las fuentes se trabajaban más, y eso hacía que las noticias las contáramos con más proximidad. Eso, los telespectadores lo notan.

Ahora que estoy en tertulias en TVE y en 13 TV, y he estado en La Noria muchísimas veces con Jordi González, que es un encanto, veo que tengo mi personalidad periodística heredada desde mis primeros años, y que tiene mucho que ver con la anécdota y las historias conocidas de primera mano. En otro siglo quizás hubiese sido una cuentacuentos.

¿Cómo ve usted la televisión española con los ojos del background?

Hay cadenas y cadenas. Las televisiones se han politizado excesivamente. Hay demasiadas tertulias, y siempre son los mismos los que hablan, que van de un sitio a otro. ¡Parece que las televisiones de hoy lo único que quieren es adoctrinar! Muchas veces cuentan lo que pasa de la manera que quieren. Habría que ofrecerle más fantasía a la gente.

Comparte Premio Toda Una Vida con periodistas como Jesús Hermida, Miguel de la Cuadra, Antonio Mercero, Chicho Ibáñez Serrador, José María Íñigo…

Son grandes. Escucho sus nombres y me entra hasta complejo…

¿Qué significa esa generación de pioneros para la historia de nuestra tele?

Todos ellos han marcado muchísimo. Hay gente joven que ya no les conoce, porque no les ven, pero claramente han quedado en los anales de la televisión española. A mí, como compañeros, me han enseñado mucho. Éramos todos como una piña. Cada uno en su campo… Yo, con Jesús Hermida me habría ido al fin del mundo. Le llamaba Jesusito de mi vida…

En la lista de carreras consagradas para siempre por la Academia de TV hay otras mujeres. Dígame algo significativo que ubiquen en la historia audiovisual española a:

            - Rosa María Calaf:

            ¡Extraordinaria! ¡Viajera! Con un sentido enorme de la noticia, yendo al sitio, trabajándolo como lo que es: la corresponsal perfecta y, sobre todo, una enviada especial magnífica.

            - Rosa María Mateo:

            Su fotogenia era muy especial y tenía un gancho profundo en su mirada que hacía que te interesara todo lo que te estaba contando.

            - María Teresa Campos:

            Aparte de ser una gran amiga, es un monstruo de la televisión. Puede hacer lo que quiera.

            - Laura Valenzuela:

            A Laurita la he conocido menos. La veo muy guapa y muy fina. No la considero periodista, sinceramente, sino más bien una modelo. En televisión siempre hace falta que haya guapas.

En los nominados de los Premios Iris hay muchos nombres propios de la tele de hoy. ¿Cómo definiría el porte profesional de las mujeres que hoy pelean el periodismo y que también pueden llevarse algún galardón de la Academia? Por ejemplo:

            - Ana Pastor:

            Pastor es una periodista con mucha garra y mucha personalidad. Agresiva, y no me parece mal una cierta dosis de agresividad, pero que no se pase… Tener carácter siempre es positivo.

            - María Casado:

            En la tertulias era imbatible. A mí me encantaba. Ahora hace Las Mañanas de TVE y yo la veo más en una mesa de debates.

            - Susanna Griso:

            Ha creado un estilo con mucha elegancia, llevando las mañanas con mucha clase. Tiene un especial porte, sabe dejar hablar y da cancha a todos los invitados que acuden a su programa.

¿Con quién se vería más compartiendo un plató: con Bertín Osborne, con Pablo Motos, con Antonio García Ferreras o con Jorge Javier Vázquez?

Me encantaría con Antonio, que me parece un periodista fantástico. Creo que él no me querría a mí, pero yo a él, sí.

Aunque la tele le dé este premio gordo, la radio también es su mundo. ¿Caerá alguna vez un Ondas, o en Prisa le ven como de la otra casa de toda la vida?

Yo voy más lenta que Prisa…

¿13TV se merece ya galardones como los Iris, o todavía tiene que profesionalizar su oferta televisiva?

13TV va haciéndose su campo poquito a poco. Es una televisión pluralista, pero en estos momentos en los que no está de moda la Iglesia… Ser una televisión en parte dependiente de la Conferencia Episcopal, le marca… Hay mucha gente en España que antes se daba golpes de pecho y hoy, si pueden, cruzan de acera para que no les vean pasar cerca de una iglesia… Aun así, al final todo tendrá su justa recompensa.

Como pionera y como periodista: ¿cómo ve usted la calidad del periodismo español en estos tiempos de incertidumbre laboral?

Me da mucha pena ver periodistas jóvenes con una ilusión enorme, con una gran capacidad para ser profesionales estupendos, y que no encuentran su puesto en ningún sitio, o reciben sueldos muy basura. En algunos casos ni cobran, porque las empresas se aprovechan de su disponibilidad para trabajar mucho y bien. A una persona que ha hecho su carrera no se le puede seguir tratando como si estuviera toda la vida de prácticas. El periodismo es como una misión: no es una carrera más. Como Medicina, esta profesión exige una vocación, si no, no hay manera de valer. Cortar alas a muchos jóvenes que hoy no ven salida es muy triste.

¿La mujer caduca injustamente en la tele antes que los hombres?

Yo creo que no. Todo depende de la ilusión que tengas, y de que la cabeza te siga… Más que el físico, la tele requiere personas con la mente viva, siempre en movimiento, y con una voz que ayude. En América hay muchas mujeres que no son jovencitas y tienen un gran prestigio. La gente lo que demanda es conectar con quien está informando, especialmente en televisión.

¿Se ve con las botas de la tele puestas hasta…

…No sé, porque igual mañana me viene un alzhéimer y no me queda más remedio que dejarla. O me canso, o pierdo la voz… Lo que más me afectaría sería perder la ilusión…


¿Con qué se queda y qué repudia del discurso sobre la desigualdad social de la mujer?

Me quedo con las grandes conquistas conseguidas. En un siglo y medio hemos dado pasos de gigante. Todavía tenemos que hacer que los sueldos sean iguales, y que en muchos campos nos miren igual que a los hombres. Que se fijen en lo que trabajamos y en lo que rendimos, sin ver si eres hombre o mujer, que es lo de menos…

Por otra parte, también pienso que hay muchas mujeres que nos hacen daño. No debemos perder la feminidad. No tenemos por qué ser como un tío, porque no lo somos.

¿Cómo recuerda su paso por la TVE de antes de Felipe González?

Siempre me he encontrado muy a gusto en TVE. Nunca me han impuesto ni censuras ni cortapisas, ni me han dicho esta crónica no la hagas… Sólo una vez intuí que se cortó mi servicio, pero me lo dijeron tan delicadamente que siempre he mantenido la duda: en el viaje del Papa a Nicaragua conté lo que había pasado en aquella misa tremenda en la Plaza de la Revolución, entre gritos de ¡Papa capitalista! ¡Papa imperialista!... Yo lo conté, pero se estropeó el audio… Siempre me quedó pendiente saber si aquello fue un error técnico o algo más.

Usted fue destituida como corresponsal de TVE en 1983. ¿Le guarda rencor a los socialistas de esa etapa?

No. Ninguno. Tengo un gran cariño y una gran admiración por Felipe González, que cuando me veía aparecer decía con gracia: “¡Ahí llega el Espíritu Santo!”. José María Calviño, no sé por qué, porque realmente no me conocía, siempre me ha tenido muchísima prevención y antipatía; pero no tanto a mí, sino a lo que él creía que yo representaba.

Aun así, me cesaban de Roma, pero para darme la corresponsalía de Atenas. Y me ofrecieron trabajar en En Portada si me volvía a España. Estaba Enrique Vázquez, con el que yo me llevaba muy bien. Mi cese en Roma creo que fue, en parte, para fastidiar al Vaticano.

¿Cuál sería su consejo para que los que llevan las riendas de TVE no caigan en la tentación de politizarla hasta la muerte?

No soy quien para dar consejos… Podría dar mi opinión, pero para eso debería estar muy metida en la tele. Me parece que lo que se necesita es una televisión pluralista, de buen gusto, que no ahonde en las miserias privadas, y que informe con criterio y seriedad.

Usted nos contó todo Juan Pablo II, mucho Benedicto XVI y algo del Papa Francisco. ¿El Vaticano es una corresponsalía envidiable?

Es una corresponsalía de muchísima responsabilidad. Hay que pensar que el Papa influye en 1.100 millones de personas de los cinco continentes. Él no es la cara de un simple partido político. En España, vayan o no vayan a misa, se declaran católicos cerca del 87% de los ciudadanos, y la información que les das tiene mucha relevancia. Prueba de ello es que, desde el punto de vista informativo, tiene más fuerza el Vaticano que toda Italia. Hay más periodistas acreditados para cubrir información vaticana que para atender a todo el país.

Hay una generación de españoles que le vemos como una habitual en las salas de estar de nuestras casas. Usted, con la Plaza de San Pedro al fondo, en directo desde Roma. ¿Cómo se comunica la Iglesia a un país tan diverso sin parecer más papista que el Papa?

Escuchando lo que está pasando, y contándolo sin añadidos. Yo lo que hacía era coger los discursos del Papa, sacaba los puntos más interesantes y más necesarios, y después exponía mucho sobre el contexto. Por ejemplo, al hablar de un viaje del Papa a África, me parecía importante contar a los telespectadores españoles cómo era África entonces. O si te tocaba ir a Calcuta, tenía que hacer el esfuerzo de expresar la epopeya de Madre Teresa en un país en el que existía el hombre-caballo, que era más barato que un taxi.

¿Al hablar de la Iglesia católica los españoles hemos enconado nuestros juicios?

El español es muy especial. Por un lado es muy independiente y quiere que nadie le maneje, pero en otras cosas es fácil llevarle como de un hilito… En España hay un déficit de educación y de cultura. En general, en este país hay chicos jovencillos que no saben ni hablar: de cinco palabras, tres son tacos…

Lo digo porque igual nos reímos de un ministro que tiene ángel de la guarda que de una ex ministra que juega al Frozen en un Pleno del Congreso de los Diputados…

Yo pienso que el humor es muy necesario en la vida, aunque siempre es bueno saber el por qué de la risa. Si la risa procede de contemplar la escena de una persona a la que pagamos para que nos sirva desde el Congreso de los Diputados, que se pone a jugar, esa risa no es risa, es sarcasmo. Y al que no cree, le puede hacer gracia que tengamos un ángel de la guarda, aunque esos mismos, cuando ven que la vida se pone difícil, echan mano del ángel de la guarda, le llamen como le llamen, y de lo que haga falta…

Usted contó la vida de Wojtyla y hoy es santo. Estuvo con Teresa de Calcuta, y hoy es santa. ¿Qué ha pensado cuando los ha visto en los altares?

Nunca tuve ninguna duda de que los dos serían santos. No sabía cuándo, pero era evidente. Solamente viéndoles y oyéndoles se tenía esa certeza.

¿Qué le enseñó para siempre san Juan Pablo II?

Me enseñó cómo debe ser un político de Dios, centrado en defender al hombre, la paz, la justicia, pero sin ser político, sino llamando a las conciencias, sin pensar en que tendría más o menos votos…

A Benedicto XVI, la media española le ha colocado el sambenito de la ortodoxia por encima de la comprensión. ¿Somos justos?

Ratzinger es un intelectual, un profesor universitario y un teólogo como hacía años que no existía ninguno de su calidad y su fuerza. Es un hombre introvertido, muy estricto, como buen académico. Se le criticó mucho por su discurso de Ratisbona, y se ha visto que tenía toda la razón del mundo. Los propios musulmanes moderados lo han reconocido. Es una persona de una talla intelectual excepcional.

¿Cómo contempla usted al huracán Francisco?

Le veo muy argentino, muy cálido, muy cercano a la gente. Quiere hacer grandes reformas, aunque de momento no las ha hecho. Comunica muy bien, también porque los argentinos, en general, tienen ese don. Le veo como un gran párroco del mundo.

¿Qué enseñan los papas al periodismo contemporáneo?

Los papas llevan detrás a Jesús y al Evangelio, y enseñan a dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Enseñan que la persona que tienes al lado es tu hermano, y los diez mandamientos. Es lo que tienen que enseñar.

¿Le enfada que se hable sin fe y con prejuicios sobre la Iglesia católica?

Lo que me molesta es que se digan cosas que no son ciertas con el único ánimo de atacar. Hay curas que a mí tampoco me merecen ninguna consideración, porque nos hacen daños a todos, pero son muchísimos menos de los que están dando constantemente un ejemplo de servicio y caridad a todo el mundo, y no sólo en las misiones. Lo que hace Cáritas no lo hace nadie. ¿Qué hay pedófilos con sotana? ¡Por supuesto! Pero parafraseando al Papa Francisco: todos los días vuelan miles de aviones por los cielos del mundo, y sólo es noticia cuando uno de ellos cae. Hay miles de sacerdotes anónimos que son siempre una puerta abierta a cualquier persona que les necesite para lo que necesiten.

Paréntesis. He leído que estudió quiromancia…

No. Estudié Psicología aplicada a las líneas de la mano.

¿Y eso en qué cosiste?

Las líneas de la mano, como el modo de hablar, o la mirada, también reflejan una psicología y una historia, y pueden servir para conocer mejor a las personas.

¿Y qué dice su mano?

¡No, yo la mía no la miro! ¡Me conozco demasiado!

¿Qué dice Paloma Gómez Borrero a los que creen que creer en Dios es una extensión voluntarista de los que de niños creían en los Reyes Magos?

Creer en Dios es tener fe, y la fe, si no la tienes, no la tienes.

¿La Iglesia hace amable su mensaje?

Está empezando a saber comunicar. Ahora, en los seminarios se enseña a transmitir la fe y la doctrina, y muchos sacerdotes están haciendo cursos especializados en estas materias. Yo, lo que he propuesto siempre, pero no me hacen caso, es que el cura se grabe la homilía de sus misas, y después se la oiga, para que se de cuenta del rollo que nos sueltan muchos de ellos…

¿La Iglesia es inclusiva?

La Iglesia acoge. Debe acoger siempre a todos. Otra cosa es que los acogidos quieran quedarse.

¿Qué tiene más mérito: estar con 82 años en televisión, o mantener la fe después de tantos años al pie realista del Vaticano?

Yo soy consciente de los errores de la televisión, y de los defectos a veces casi congénitos que tiene, pero estoy encantada. La veo muy mía. Igual pasa con un amigo al que quieres mucho, aunque conoces perfectamente sus deficiencias. Por encima de esas deficiencias está el cariño. Mi experiencia es que estar cerca del Vaticano, sin sobredimensionar los problemas y aprendiendo de la gente buena, provoca todo lo contrario: te refuerza la fe, a pesar de muchas cosas que han denunciado los propios papas. No hay ningún gobierno en el mundo que dure 3.000 años. Algo debe de tener…

¿Los periodistas se convierten, o eso es cosa de débiles?

No lo sé. Los colegas que más me han ayudado en el inicio de mi trabajo romano fueron el enviado del diario del Partido Comunista, L’Unità, y el de La Reppublica, que era agnóstico. Los dos fueron honestísimos en su información. Contaban lo que escuchaban y lo que veían en los viajes con el Papa, y los dos tuvieron una enorme admiración por la labor de Juan Pablo II. Mi colega de La Reppublica, por ejemplo, pidió que le dijeran al Papa, cuando se estaba muriendo, que le daba las gracias por todo lo que le había enseñado. No sé si se convertiría, pero esta apertura es muy elocuente.

Dígame unas palabras que definan el trabajo de periodistas españoles que son o han sido sus colegas de trabajo:

-  Antonio Pelayo:

El cura Pelayo es un buen periodista, ligeramente ambicioso, quizás.

- Joaquín Navarro Valls:

Gran portavoz del Papa, siempre disponible, siempre contando anécdotas que nos podían servir.

            - Ángel Gómez Fuentes:

            Una delicia de persona, verdaderamente.

            - Juan Vicente Boo:

            Muy suyo, pero grandísimo compañero. Siempre le encontrarás cuando vas a hablar con él.

            - Enric González:

            Escribe como los ángeles. Me encanta.

            - José Manuel Vidal:

            Es más de blogs. Le veo de vez en cuando, cuando viene a Roma. No le sitúo mucho. Me parece un hombre muy válido, pero no le conozco tanto como para dar una opinión.

            ¿Llegó a conocer a Julián Cortés Cabanillas?

            Cortés Cabanillas es un monstruo del periodismo. Le he conocido muy poquito, pero siempre le observábamos como a un maestro, como a un ser especial. ¡Muy monárquico, muy monárquico, excesivamente monárquico!

¿Algún periodista más que haya pasado por allí y que le haya dejado huella?

Por aquí han pasado muchos, especialmente cuando había un cónclave. Por ejemplo, Maxim Huerta, que es un encanto, escribe muy bien y es muy buen amigo.

¿Qué periodista español destaca actualmente como vaticanista con futuro?

Ahora mismo han cambiado casi todos los corresponsales españoles en el Vaticano. No sabría decirte. Quizás destaca un joven que lleva ya unos años, Javier Martínez Brocal, que es del Opus Dei, escribe maravillosamente, es muy buena persona, muy buen amigo, y dirige Rome Reports. Está muy metido en el Vaticano. Puede ser un referente para todos.

El Papa ha fichado a una de las nuestras, Paloma García Ovejero, para la Comunicación vaticana. ¿Cómo interpretó usted esa noticia?

El Papa Francisco quiere dar más peso a la mujer. Paloma es la que me sustituyó a mí en COPE. Lleva en Roma unos tres años, es muy trabajadora, creo que es Neocatecumenal, muy fiel a la Iglesia y escribe muy bien. De cara a la galería, poner a una vice mujer de lengua española, como la del Papa, es una decisión muy válida.

¿Usted es algo Neocatecumenal, Comunión y Liberación, Opus Dei…?

¿Yo? Yo, no; yo, nada.

Sobre el dúo Iglesia-mujer, ¿cuál es su argumentario?

Creo que las mujeres tenemos cada vez más relevancia en la Iglesia, sin que por eso tengamos que ser sacerdotes. Nuestro papel puede ser igual de importante en muchos campos. ¡Yo no querría ser cura!

Usted ha visto mucho mundo, y muchas maneras de entender la Iglesia. ¿Qué nos diferencia a los españoles a la hora de entender el Vaticano?

¡España es muy escéptica! Parece como si nos diera vergüenza ser católicos… España está pasando un sarampión.

Cuando una persona recibe premios con chimpúm, ¿qué piensa?

Que qué poquito me queda ya de vida…

¿Ha pensando algo de lo que dirá cuando le entreguen este galardón en un sitio como la Academia de Televisión?

La verdad es que todavía no lo he pensando mucho… Mi intención es tratar de hacerles sonreír. Que no piensen que yo soy la intelectual que viene a darles una clase, aunque sea cortita. ¡No! Quiero contar cómo empecé, cómo llegué y, como dice Marujita Díaz, que no me lo merezco, pero me lo han dao y lo agradezco.

Sus libros de cocina italiana parecen más que nada libros de recetas para disfrutar con los amigos…

A mí me encanta la pasta condimentada con amigos. Los espaguetis sencillos son una excusa para hablar. La pasta se presta más a esa vertiente social que la cocina española… Además, la cocina italiana es barata, posibilita hacer platos con pocos recursos, con sobras. Haces unos espaguetis a la pobrecilla, y te prometo que es ajo, perejil, dos o tres cucharadas de tomate, aceite abundante y ya está. ¡Saben a angulas!

¿Se hace buena comida italiana en España, o hay aquí mucho restaurante de moda dando pasta por liebre?

La cocina italiana no es complicada. Nos gustan mucho los canelones, la lasaña, los espaguetis de todo tipo. Es rápida y permite lucirse. ¡Para preparar una buena paella tienes que hacerla muy bien! La cocina española es complicada…

¿Qué huella deja usted para siempre en este país?

Pienso que dejo una huella de persona afable, que nunca ha tratado de utilizar el periodismo para hacer daño, y que he tenido un grandísimo respeto por las ideas de todos… Me siento muy liberal, y eso la gente lo ha notado. Nadie puede decir que soy demasiado de este lado o de este otro. He intentado aprender de los demás, sean de donde sean. Procuro que las lógicas querencias o distancias con otras personas no trasciendan a mi labor como periodista, sino que se queden en mí.

Y con el Premio Iris en la mano, ¿un mensaje en primer plano para las y los gomezborreristas de todo el mundo…

¡Va por vosotros, que me habéis hecho!


REBOBINANDO

Sólo las personas que aman tienen autoridad para decir las verdades como puños sin que sean misiles, o condenas, o críticas histéricas sin propósito de enmienda.

Paloma Gómez Borrero lleva tantos años en la pequeña pantalla que todos sus balances sobre la tele de antes y la tele de ahora son más interesantes que muchas teorías de McLuhan. Ella, que fabricó a mano sus crónicas, que mimó sus fuentes cómo único origen de sus noticias, que pateó ciudades, pasillos, rincones, que no echó desinfectante a la realidad y la contó con gracia para colarse en el menú diario de la comida de nuestros padres, tiene más autoridad que muchos súper gestores audiovisuales y visionarios para decir que a la televisión del siglo XXI le falta humanismo y le sobra mucha tontería.

Paloma Gómez Borrero lleva tantos años poniendo voz en castellano a lo que sucede en el Vaticano, que hasta los guardias suizos se cuadran cuando aparece por el Portone di Bronzo. Por eso ella tiene una autoridad especial para hablar de las cosas de la Iglesia sin necesidad de ponerse un alzacuellos. Ante la narradora realista, didáctica y sin clericalismos, es más difícil ponerse las orejeras de prejuicios-tipo de novela de Dan Brown.

Paloma Gómez Borrero lleva tantos años con el micrófono a un palmo, pegada al terreno y hecha una piña con sus colegas, sus telespectadores-lectores-oyentes de antes, durante y después, que era fácil darle un abrazo general en forma de premio.

En el arsenal de tópicos de las hemerotecas están en el podio los periodistas de raza. Pues bien. Junto a ellos cohabitan unos personajes más discretos, pero muy entrañables: son los periodistas de familia, los que sabían colarse en nuestras casas sin llevarse nada, e incluso dejando un poco de todo. 


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