Perfiles ECD: La “despedida” de Tomás Pascual hace 15 días a su Consejo de Familia, mientras enviaba leche a camareros

El jueves pasado falleció en Madrid Tomás Pascual, un singular empresario que hace sólo tres semanas logró hacerse con la dirección del domicilio particular del camarero que le servía en un restaurante: cuarenta y ocho horas después, el asistente recibía en su casa un paquete con productos de Leche Pascual. No fue el único.

La conversación tuvo lugar casi a los postres: -Oye, ¿de dónde eres?, preguntó interesado Tomás Pascual. -De un pueblo de Segovia, respondió el camarero. -Escríbeme aquí la dirección de tu casa, que voy a enviarte leche, yogures y zumos Pascual. A ver si le dices a tu mujer que no dude y los compre: son los mejores. Dos días después, aquel camarero recibía en su casa el envío anunciado. Él y otras diez personas que coincidieron con Tomás Pascual en aquel almuerzo y le dejaron —por insistencia del financiero- sus propias señas. Se trata de un ejemplo reciente y significativo del perfil comercial de este empresario arandino que ha sido calificado por alguno de sus colegas como el mejor negociante que ha dado España en los últimos 30 años. Digno acreedor de la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, no pudo terminar sus estudios escolares porque la Guerra Civil pilló a su profesor “en la zona roja” y no pudo volver, según contaba él mismo. Su padre tenía una tienda de ultramarinos en la estación de tren de Aranda de Duero (Burgos) y el pequeño Tomás apoyaba, con poco más de diez años, la economía doméstica de una singular manera: en plena posguerra española recorría los vagones vendiendo bocadillos y gaseosas cuando los trenes se detenían en aquel apeadero. De la cantina de Aranda nació Pascual Hermanos, una pequeña compañía que tenía una fábrica de piensos compuestos y una sociedad ganadera dedicada a la cría de aves, porcino, bovino y confitería. En 1969, el director general de la Caja Municipal de Burgos, Aurelio Gómez Escobar, le animó a quedarse con una pequeña cooperativa lechera, que estaba a punto de ir a la quiebra. Tomás aceptó. Aquello le costó un enfrentamiento con sus ocho hermanos (“affaire” que sigue en los tribunales) y las angustias de un conato de quiebra, que solventó gracias a un préstamo de su suegro, un Gómez Cuétara propietario de la conocida marca de galletas, que le hizo un adelanto de la herencia de su esposa. 65 años después la pequeña cooperativa se ha convertido en una compañía cuya facturación ha superado en 2005 la barrera de los 1.000 millones de euros. En el curso 1968-69, Pascual cursó un programa de Alta Dirección del IESE. Estuvo entre los tres ejecutivos más brillantes de aquella promoción, junto a Feliciano Fustel (ex presidente de Endesa), Enric Bernat (fundador de Chupa Chups) o el señor Roca, patriarca de la fábrica de sanitarios Roca Corporación Empresarial. Sus familiares aseguran que acudía semanalmente a la Escuela de Negocios en taxi. Durante el trayecto desde Aranda de Duero a Barcelona aprovechaba para preparar los casos que después debía discutir con sus colegas en las aulas. Hay quien asegura, de hecho, que Tomás ha viajado tanto en carretera como para haber dado una vez la vuelta al mundo. Tomás Pascual se preocupó siempre por la sucesión y la continuidad del negocio en el seno de esta saga empresarial. Para garantizar este proceso dio vida a un Protocolo vigente desde hace casi cinco años y creó un Consejo de Familia. En él están presentes varios consejeros externos. Entre otros, Joaquín Moya, ex presidente de IBM España; Antonio Beterén, ex presidente del Grupo Flex; y Mariano Puig, presidente de la Corporación Puig. Son personas capacitadas para tomar decisiones que puedan afectar a la naturaleza de la empresa: sin sus firmas no se puede tocar su estructura. Tomás Pascual ha sido siempre un hombre muy preocupado por su familia. Padre de cuatro hijos, formó con ellos una piña entorno a su mujer, Pilar Gómez Cuétara. Desde hace años presumía, pública y privadamente, de su hijo Tomás, su sucesor en la empresa. Sentía un grandísimo afecto por sus hijas Sonia y Pilar. La primera es secretaria del consejo de administración del Grupo y la segunda está llamada a ser la responsable de la futura fundación de la compañía. Se empeñó en dar una formación de alto nivel a Borja, que lleva ya algún tiempo en los Estados Unidos completando sus estudios. Las biografías oficiales se centran estos días en ensalzar la figura de Tomás Pascual entorno a su gran obra: el Grupo Leche Pascual. Pero junto a este emporio industrial, Pascual dio vida también a un holding inmobiliario. Uno de sus brazos más visibles es el complejo turístico “La Quinta”, en Marbella. Hasta que concluyeron sus obras, el empresario estuvo visitando aquellos trabajos, al menos una vez por semana. Siempre en automóvil. Hace quince días, Tomás Pascual reunió al mencionado Consejo de Familia para transmitirles fundamentalmente una idea: “Ha llegado la hora —les dijo de manera solemne- de que mi hijo se haga cargo de la empresa”. Hay que decir que Tomás Pascual Gómez Cuétara llevaba desde 1999 como consejero delegado del grupo y estaba actualmente desarrollando funciones ejecutivas. De ahí que alguno de los presentes sentenciara: “se trata de una despedida en toda regla”. Efectivamente, este viernes Tomás Pascual era enterrado en Madrid, acompañado de una íntima representación de políticos y empresarios. Que en paz descanse.

 

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