¿Privado? ¿Público?

Me ha parecido bastante pobre la actuación de algunos personajes que han aprovechado la reciente intervención quirúrgica a don Juan Carlos para armar la polémica sobre si el rey tendría que haberse acogido a la sanidad pública, en lugar de acudir a la Clínica Quirón, que es donde le han operado.

Cuando, en algunos espacios televisivos en los que he participado, me han preguntado sobre el particular, es decir, por el dilema de si el rey debería acudir a un hospital público o a uno privado, mi respuesta ha sido: a aquel donde las necesidades que plantea su estado resulten mejor atendidas, sea público o sea privado.

Creo que lo que importaba era el buen resultado de la intervención, más que el centro concreto donde se realizara.

Hay que destacar que, una vez clara la opción de operarle en España, la decisión de en qué hospital iba a ser intervenido don Juan Carlos ha dependido, como es lógico, sobre todo del criterio del propio cirujano, que es quien ha valorado en qué instalaciones y circunstancias podría desarrollar su trabajo con mayor garantías para todos, y singularmente para el paciente.

Pero, yendo un poco más allá, y entrando por un momento en el fondo del asunto, tengo que decir que la polémica público-privado me parece artificial, cuando no errónea. Los centros hospitalarios no son mejores o peores en función de quién ostente la propiedad o los gestione. Hay establecimientos públicos magníficos y otros deplorables, y lo mismo ocurre con los privados. Ninguna de las dos adscripciones garantiza por sí misma nada. Y en esto la ideología no pinta demasiado.

Voy a dar otro paso más. No comparto la visión de quienes consideran que lo privado es, de entrada sospechoso, mientras que lo público resulta por sí mismo benéfico. Es una visión demasiado simplista, por elemental, a pesar de que reconozco que una parte de la población de este país participa de tales credos. No creo que el hecho de ser público, insisto, garantice nada.

En fin, esto daría para mucho más. Pero resumo. A mí no me da ningún miedo la iniciativa privada, sino todo lo contrario. Ni siquiera, como suele argumentarse, en asuntos de interés general básico, que pienso que no tienen por qué estar reservados a las instituciones públicas.

¿No son asuntos básicos, casi de supervivencia, cuestiones como la alimentación, el transporte, la energía, las comunicaciones, y hasta la información…? Y sin embargo son cubiertos por empresas y entidades privadas, sin que la humanidad esté en peligro, sino todo lo contrario. Lo mismo pienso que puede hacerse con la sanidad, la educación, etc. Aunque por decirlo me gane el anatema de unos cuantos.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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