Javier Fumero

Rajoy a lo suyo: el pudridero

Está el personal perplejo –ciudadanos de a pie, analistas, politólogos, comunicadores y estrategas en general- con la maniobra de Mariano Rajoy el viernes. Eso de dejar pudrir la investidura no está en los manuales. Y es cierto. Pero sí en el cuaderno azul del presidente.

En este sentido, don Mariano vuelve a ser predecible. Permítanme que me repita, porque de esto he hablado en alguna otra ocasión.

¿Se acuerdan de Francisco Camps y de Paco Álvarez Cascos? ¿Y de Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Luis Bárcenas, Ricardo Costa, Mayor Oreja, Ana Botella, Ignacio González, etcétera, etcétera, etcétera?

Todos ellos tienen dos cosas en común: a) en algún momento de sus vidas se convirtieron en un problema gordo para el presidente Rajoy; b) y todos, absolutamente todos, se terminaron apartando de su camino por su propio pie. No hubo gritos o aspavientos, ni ajusticiamientos en plaza pública, ni exabruptos o carnicería…

Todos ellos fenecieron a la táctica del pudridero que tan bien despliega Mariano Rajoy. El gallego no es amigo de pisar callos, minimiza los riesgos y evita las escandaleras.

Alguno le puso el sobrenombre de ‘maricomplejines’ –precisamente por esa forma suya de afrontar los problemas sin afrontarlos- y otros lo han bautizado recientemente como el ‘estafermo’. Te puede gustar o no (y es evidente que a muchos comentaristas les desquicia esta estrategia). Pero nadie puede negar que le ha ido bien tras tantos años de durísima oposición interna y externa.

La clave de su táctica, insisto, no es ir de frente, es dejar pudrir los problemas. Resolverlos contando con el paso del tiempo, sin dejar cadáveres por el camino –como mucho, una colleja o dos, como a su hijo en los estudios de la Cadena COPE-, evitando siempre cualquier exposición.

Ahora, ha estado dos semanas de aparente sopaboba, con la agenda libre, midiendo, observando, declarando, como pasando el tiempo, dejando que Pedro Sánchez se fuera ahorcando en su propia soga. Entonces, cuando Pablo Iglesias decidió demarrar y se desmarcó con el show de la vicepresidencia, Rajoy se apartó, se hizo a un lado.

Ese toro que venía de frente y a todas luces le iba a propinar una cornada de categoría, ha pasado de largo. A doscientos por hora. Dejando a la ganadería PSOE-Podemos en muy mal lugar: fuera de sitio, retratada, con el pie cambiado.

 

Más en twitter: @javierfumero

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