Recurrir a la lengua y la literatura para superar la crisis del espíritu y del carácter

Esta especialista en la Grecia Antigua, escritora y miembro de la Académie Française, la segunda mujer tras Marguerite Yourcenar, lanza a sus 95 años un grito de alarma porque la transmisión de conocimientos intelectuales ha dejado de lado el papel de la educación, destinada a “llevar a un ser a la realización de sus propias cualidades; para el hombre, estas cualidades humanas conciernen el espíritu, el carácter y la aptitud ante la vida en sociedad”.

Las causas de la crisis son para Jacqueline de Romilly evidentes: “la atracción legítima de los descubrimientos científicos y técnicos de nuestro tiempo que llevan a olvidar lo que debería completarlos; la urgencia creada por las dificultades sociales y económicas, que exigen ganarse la vida rápidamente; el respeto apasionado a la libertad del niño, respeto que a menudo a en contra de sus intereses”. En estas circunstancias, todo el aspecto de la educación, que es la formación del espíritu y del carácter, tiende a pasar a un segundo plano.

La académica afirma que dos disciplinas sufren especialmente de este divorcio, cuando podrían aportar una ayuda considerable en la vida práctica. En primer lugar, el dominio de la propia lengua.

“La preocupación por una lengua correcta parece un lujo vano” dije Romilly, “y sin embargo, toda la vida, incluso los éxitos materiales más simples dependen de la facilidad que se tenga para exprimir clara y correctamente el propio pensamiento. Comprender el de los otros y evitar así malentendidos”.

Pero hay más, y es que la incapacidad a expresarse o comprender el otro de forma correcta “tiene consecuencias bien conocidas: el recurso a la violencia! Porque cuando no es encuentran las palabras, se recurre a los golpes”.

Otro elemento clave para comprender el pensamiento de los otros con exactitud es también “comprender el pensamiento de los que nos han precedido”. Para Romilly ésta es una de las ignorancias más peligrosas, y lamenta que los jóvenes de hoy consideren que la realidad comienza sólo desde el momento en el que ellos han nacido.

El remedio clave pasa por la literatura. “Un paseo por los textos conduce directamente a la formación del hombre. Aportan análisis e ideas, imágenes, personajes, mitos y sueños que se han sucedido en el espíritu de los hombres: algún día nos han emocionado porque estaban expresados o descritos con fuerza; y es esta experiencia la que alimenta la nuestra”. En todo caso, concluye Romilly, sería “un error muy grave representar la enseñanza de la literatura como una especie de elegancia superflua y gratuita”.

 
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