De Trillo a Alonso, pasando por Bono

Tras 40 años de dictadura militar, más un siglo XIX protagonizado por “espadones”, entra en la lógica que todas las circunstancias que rodean a nuestros militares merezcan una atención y un análisis especiales.   Se trata de un colectivo que, salvo rarísimas y contadas excepciones, demuestra cada día, un patriotismo ejemplar, una vocación de servicio y una entrega, dignas de todo reconocimiento.   Además, desde la llegada de la Democracia, su acatamiento de la Constitución y su subordinación al poder civil, como no podía menos de suceder, están siendo una firme garantía para la convivencia en paz de todos los españoles. El reciente cambio en el Ministerio de Defensa, con la salida de Bono y la llegada de Alonso, ha supuesto una serie de relevos que, si son normales en cualquier departamento, en la administración militar despierta todo tipo de suspicacias. Ocurre que en ese Ministerio ha habido circunstancias que dan pábulo a que esas suspicacias sigan alimentando corrillos.   Ya en la época de Federico Trillo, el accidente del Yakolev-42 trajo consigo una serie de críticas y de batallas partidistas que no condujeron a nada, pero que contribuyeron a que “el tema” militar estuviera inoportunamente en el candelero. Algo parecido sucedió con el ministro Bono y el accidente del Cougar, o el “affaire” de la fragata “Álvaro de Bazán”, cuando unidades del Ejército, con sus correspondientes dotaciones, salen de sus cuarteles, tenga el carácter que tenga su misión, los accidentes por dolorosos y lamentables que sean, pueden ocurrir. Por eso su utilización política ha repugnado a la familia castrense y a la opinión pública, aunque ese rechazo no haya sido tan explícito en ambientes políticos.   El ministro Alonso ha hecho una serie de relevos en Defensa y, como hay demasiadas heridas abiertas, la polémica y los rumores se han desatado. Palabras como purga, destitución y volver a la disciplina, han saltado a los titulares en los lugares en los que, quizá, deberían haber estado palabras como relevo, cambio y autoridad civil.   Dos de los relevados, los generales Gómez Arruche y García González, han protagonizado páginas en los periódicos. El ex director general de la Guardia Civil, achacaba su cese a mentiras de los medios de comunicación y el antiguo JEME afirma no saber el porqué de su relevo.   Como trasfondo de uno y otro cambio y de todos los cambios en Defensa, vuelve a aparecer el Yakolev-42 de Trillo, las amistades, ciertas o no, de Gómez Arruche con Bono y el discurso del general Mena.   Posiblemente sean demasiadas incertidumbres, demasiadas dudas y demasiados interrogantes para un Ministerio sobre el que están puestas demasiadas miradas.   La Democracia española está consolidada y nadie, a estas alturas, pone en duda ninguno de sus postulados, pero en unos momentos en los que el Gobierno coloca encima de la mesa muchas cartas y muchas posibles jugadas a la vez, no sería bueno que entre esas posibles jugadas se filtrara la menor incertidumbre en el Ejército, ni las más mínima duda en su situación constitucional.   Tres ministros en Defensa en prácticamente dos años es posible que no contribuyan al sosiego de quienes son nombrados o cesados. Son, salvando las distancias, como tres presidentes del Real Madrid en dos meses, pero así es la política.

 
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