José Apezarena

Wert achicado

Ocupa espacio hoy en todos los medios la noticia de que el Gobierno ha dado marcha atrás en su intención de recortar las ayudas a los estudiantes del programa Erasmus. Un anunció que cogió por sorpresa a los afectados, que ya se habían matriculado para el nuevo curso, e incluso se encontraban fuera de España, y que se desayunaron con que les retiraban los 100 euros mensuales que aporta el Estado.

Era evidente que se trataba de un error manifiesto, incomprensible desde el punto de visto político y jurídico, porque les cambiaban las condiciones de su estancia en el extranjero cuando ya se encontraban embarcados, con lo que ello suponía de riesgo de perder curso.

El Gobierno rectificó ayer, por boca del ministro de Educación, que es quién aprobó primero la medida. Así que José Ignacio Wert se ha achicado.

Pero no quiero centrarme en esa actuación concreta, sino en otras decisiones de mayor calado que ha adoptado el ministro en relación con su 'ley estrella', la LOMCE, Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa. En las que, al final, José Ignacio Wert se ha achicado también.

Al paso de la ley por el Senado, el ministro cedió en retrasar la aplicación de la ley, y finalmente dejó fuera la implantación de la Religión como asignatura en el Bachillerato. Dos concesiones, por tanto, que empequeñecen la imagen de Wert, aparentemente tan firme y decidido.

Y, encima, prácticamente para nada, porque los grupos de oposición votaron de nuevo en contra de 'su' ley, y los sindicatos de estudiantes mantienen las convocatorias de huelga.

Empequeñecido por nada y para nada. Al final, achicado.

 
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