Bien pagaos...

Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos. (Emiliano Zapata)”
 

Leemos en los medios de comunicación de manera habitual que tal o cual alto funcionario se ha vendido al Gobierno de turno. Sinceramente lo dudo mucho en la mayoría de los casos. Es justo que todos tengamos ese interés personal en crecer y aspirar al ascenso tantas veces pospuesto por una u otra causa, o por una sorprendente pandemia; pero dudo mucho que sea una actitud arraigada entre los funcionarios de la administración española.

«Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra» (Juan 8: 7). ¿Cuántas veces se nos han ofrecido oportunidades de ascenso o negocios si mirábamos hacia otra dirección?. Todos los que hemos tenido cargos de responsabilidad de verdad, tanto en la empresa privada como pública, hemos pasado en algún momento por ese trance, directamente, a través de terceras personas o sibilinamente pero dejando muy claras sus últimas intenciones. De la moralidad y principios que cada uno tenga será lo que diferencie en hacer ese gesto o no.

Me cuesta mucho, conociendo la Guardia Civil, que unos y otros se hayan vendido por un plato de lentejas. Entiendo las dimisiones y la aceptación de los cargos, pues un guardia civil no pregunta donde, sino cuando. Que esta actitud la aprovechen políticos depravados o interesados en aprovecharse de esa virtud y lealtad al poder, sería otra historia para contar. No olvidemos que en la desgraciada guerra civil, hubo oficiales de la guardia civil en uno u otro bando, y todo por cumplir a su juicio, con la orden de la superioridad, le tocase donde le tocase.

Pensar que un funcionario de la administración se la juegue por un político al uso, y teniendo en cuenta las traiciones que han venido sufriendo a lo largo de la democracia después de servirse de ellos en múltiples ocasiones, da para pensar que ese funcionario tendría merecido el desprecio, no ya por cohecho o prevaricador, sino por tonto.

El navajeo político arrastra muchas veces creencias válidas de hombres y mujeres que creen sinceramente que en el teatro del parlamento español se llevan a matar; y no saben que lo que se habla y dice en el Congreso de los Diputados se queda en el Congreso de los Diputados, como si de las Vegas fuese. Si, es así y no es extraño ver disfrutar de mesa y mantel a políticos de diversa catadura moral e intelectual disfrutar de ese buen vino o chuleta de Ávila que de nuestros bolsillos salen “alegremente” cada año por estas fechas.

Con esto quiero decir y ya por ir acabando esta breve reflexión, que es lícito aceptar y obedecer la orden de un superior, sea presidente del gobierno, ministro o director general. Lo que no es lícito es aceptar ese ascenso a cambio de favores innombrables para un jefe u oficial de la guardia civil o funcionario en el uso de sus facultades.

Juan Solaeche-Jaureguizar y Bielsa Ph.D.
Rector
Sociedad de Estudios Internacionales

 

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