Por la boca… Un año electoralista

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firman el acuerdo de presupuestos, la pasada legislatura.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firman el acuerdo de presupuestos.

Está suficientemente demostrado que a nuestros políticos y a los partidos en los que militan, solamente les preocupan las elecciones. Siempre están en campaña y el año que comienza no será un año electoral, será un año electoralista.

Si, es un decir, las elecciones tal y como ahora las sufrimos, desaparecieran del mapa político, nuestros políticos no sabrían qué hacer, se habrían quedado sin ideas, sin nada que llevarse a la boca de sus ambiciones, sin insultos, sin componendas, sin querellas, sin discusiones, sin sus aparentes diálogos.

Toda su actividad se desarrolla en función de las elecciones, en el antes y el después de los comicios.

Un ejemplo claro lo tenemos en lo que ocurre en Andalucía. Se discute no tanto para formar gobierno, como para aprovechar los resultados de cara a los afanes electoralistas de unos y otros. Todos los movimientos que se hacen en aquella comunidad se pergeñan con vistas a unos supuestos réditos electorales.

Susana Díaz quiere mantener el poder en el Partido Socialista de Andalucía y Pedro Sánchez pretende aprovechar los malos resultados para quitar de en medio a la que fue su ponente en las primarias de su partido y reforzar el “sanchismo” de cara a otras consultas en las urnas.

El Partido Popular pretende, desde el brillo de la presidencia de la Junta tapar las vergüenzas de un declive claro, al menos en Andalucía.

Ciudadanos, como siempre, intenta nadar entre las aguas de las consejerías andaluzas y guardar la ropa de sus pudores frente a Vox, no sea que sus contubernios perjudiquen futuros resultados.

Vox saca pecho de las urnas andaluzas y pretende llevar ese pecho, hinchado de satisfacción, a las futuras elecciones.

Podemos lava sus endémicos trapos sucios, afianzando a sus líderes en Madrid, mientras intenta purgar a los líderes de la periferia pensando siempre en que Iglesias tenga las manos libres en cualquier terreno.

 

Está suficientemente demostrado que a nuestros políticos y a los partidos en los que militan solamente les preocupan las elecciones. Siempre están en campaña y el año que comienza no será un año electoral, será un año electoralista.

Ningún político da puntada sin hilo, lo que pasa es que esas puntadas siempre se dan en la tela electoral y el hilo es el de las promesas incumplidas, los mítines vacíos de contenido y las algaradas destinadas a llamar la atención de los votantes.

Las preocupaciones se centran en la “fuga de votos”, en el “caladero de sufragios”, en las alianzas que no contaminen una futura campaña, en los sobresaltos de los sondeos y hasta en los gestos callejeros destinados a los más incautos

Gobernar, lo que se dice gobernar, es otra cosa y se deja para mejor ocasión.

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