La Otra Cara del Covid-19

Un bombero al frente del peor ‘fuego’ de la historia de Madrid

Carlos Novillo es el director de la Agencia de Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid y lleva desde el 13 de marzo confinado en el 112 coordinando un equipo de 16.000 efectivos. Con 20 años de bombero en mil batallas, la pandemia del coronavirus ha sido su prueba de fuego. Sin sus hijos cerca, sin deporte, cansado, pero satisfecho con el trabajo realizado y, sobre todo, con que no haya habido ninguna ‘baja’ en sus filas

Bomberos
Carlos Novillo, director de la Agencia de Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid, entre dos miembros de la UME

Cuando se declare la Fase 1 en la Comunidad de Madrid, los hijos de Carlos volverán a casa. Más de dos meses después. De momento, hace la compra, se la acerca a los abuelos y saluda desde la valla a sus vástagos con sensación de “expatriado”, porque, personalmente, “lo más difícil de estas semanas tan intensas ha sido no encontrar el consuelo de tener cerca a los tuyos después de 14 horas de trabajo” on fire.

Carlos Novillo es el director de la Agencia de Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid, con su background de veinte años de bombero y jefe de bomberos. Muy cerca de él se desataron el 11-M o el accidente del avión de Spainair, y en esta ocasión le ha tocado llevar la batuta contra el coronavirus de un equipo formado por unos 16.000 policías locales, voluntarios de protección civil, bomberos, gestores del 112, Samur, agentes forestales con la estrecha colaboración de Cruz Roja y Médicos Sin Fronteras. De momento, dos meses justos de trabajo frente a un virus desconcertante, poniendo su experiencia y la de todos sus hombres y sus mujeres al servicio de las necesidades sanitarias de la capital más sacudida por la pandemia.

Cuenta Novillo que la crisis ha llegado “en el peor año de nuestra historia”, después del “peor incendio forestal de los últimos 20 años”, el de Cadalso de los Vidrios y Cenicientos del verano pasado, y tras las inundaciones de Arganda –“las peores de los últimos 40 años”- de este principio de curso. En esas, “nos ha tocado hacer frente a una pandemia en medio de una crisis mundial de recursos de protección, minimizando los gastos de EPIS para dejarlos disponibles para el personal sanitario, pero garantizando una protección de los efectivos al cien por cien”. Satisfecho, sobre todo, porque ninguno de los suyos ha caído en esta guerra. “Toco madera”.

“Lo que he visto más claro en estos días es la necesidad de que la política se mantenga muy alejada de la gestión de una crisis como esta. Y que necesitamos políticos valientes que encabecen el mando”

Los hombres y las mujeres de Novillo han estado en los pilares del Hospital de IFEMA “y hemos celebrado cada alta como si fuese nuestra”. Han estado detrás de las morgues instaladas en la Comunidad de Madrid, codo con codo con la UME, “y muy contentos con el papel que han desarrollado allí los cuerpos de Bomberos y el Ejército, y con la enorme dignidad con la que se ha tratado a todas las personas fallecidas”.

Han estado también en los andamios de los almacenes de logística de donaciones para la protección social contra el virus, pero su campamento base ha sido el 112, mano a mano con los mandos del comité de crisis “de lunes a domingo, como si fuéramos una familia”.

            ¿Satisfecho con estos dos meses de prevención, acción y repercusión?

            -Dentro de lo duro de estos días, estoy muy contento con el trabajo en equipo que hemos podido desarrollar. Ha sido un escenario triste, pero hemos ayudado a salvar vidas. El cansancio hace mella, pero vemos que ha merecido la pena, que la comunidad va recuperando la normalidad, que las residencias han pasado ya el tsunami. Ahora estamos trabajando también en la prevención de los posibles incendios de verano, porque, en emergencias, la prevención es fundamental.

Ya en febrero, el director de la Agencia de Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid empezó a hacerse con equipos de protección para prepararse por si lo que estaba sacudiendo China llegaba a España. Ese paso previsor les ha servido a todos para estar más listos. EPI para todos y la formación necesaria. Y a ellos les ha servido esa barrera para burlar la enfermedad. El bajo porcentaje de bajas así lo avala.

 

            ¿Y los profesionales sanitarios no deberían haber estado en las mismas?

            -Sí. De todas formas, a ellos les ha tocado estar muy encima de los enfermos con manipulaciones severas de pacientes, y eso les ha hecho estar mucho más expuestos.

Con el Plan de Protección Civil desplegado contra cualquier cambio de vientos, “porque con el coronavirus no se sabe. Siempre puede volver. Ante cualquier emergencia, se apaga un incendio, y se acabó. En esta ocasión no sabemos si las llamas merman, si las brasas se enfrían, o si volverán a atacarnos por la espalda”.

Sin deporte en dos meses a tope, “con lo que ayuda la actividad física a nuestras vidas y lo que sirve, incluso, para la liberación de tensiones”. Con la cercanía “de una presidenta y un consejero de Interior de la Comunidad de Madrid ante los que me quito el sombrero, porque han estado pendientes de nuestro trabajo las 24 horas para lo que hiciera falta. Estoy muy orgulloso de la actuación de todo el Gobierno regional”.

            Cómo líder de las emergencias en Madrid, ¿ha notado la cercanía del Gobierno central?

            -Yo he trabajado toda mi vida en este ámbito de las emergencias, y esperaba que un mando único mande: que apoye las necesidades del equipo sobre el terreno, que planifique, que dicte procedimientos, que dé órdenes e instrucciones para que las ejecutemos. Y no. Ha sido una situación muy extraña. Por una parte, nuestra actuación estaba bajo un mando unificado, en nuestro caso, dependiente del Ministerio de Interior. Por otra, ha sido frustrante, porque, como soldados en una batalla, esperábamos más apoyo del mando. Seguramente han hecho lo que han podido, con la mejor de las intenciones. Pero yo vengo de un mundo profesional acostumbrado a dar y a estar a las órdenes, y aquí no han llegado las órdenes o iniciativas del mando único.

La experiencia más impactante en estas jornadas de Novillo han sido las relacionadas con las morgues. Y disfrutar “del trabajo efectivo de la unión de todos los servicios de protección civil. Hemos sido como una piña”.

“Yo he trabajado toda mi vida en este ámbito de las emergencias, y esperaba que un mando único mande: que apoye las necesidades del equipo sobre el terreno, que planifique, que dicte procedimientos, que dé órdenes e instrucciones para que las ejecutemos”

            ¿Qué ha aprendido de todo esto en su versión política?

            -Mi nombramiento es político, pero un director de Emergencias trabaja muy en lo técnico. Las emergencias trascienden las ideologías. Precisamente, lo que he visto más claro en estos días es la necesidad de que la política se mantenga muy alejada de la gestión de una crisis como esta. Y que necesitamos políticos valientes, como Isabel Díaz Ayuso, que tomen decisiones y estén al lado de sus efectivos.

Detrás de Carlos Novillo hay 16.000 historias de dedicación, servicio, coraje, riesgos, miedo, distancia familiar… En una Comunidad de Madrid golpeada en seco, ellas y ellos han estado discretamente apagando un incendio descontrolado pensando acciones, superando barreras, encontrando soluciones y reinventándose sin descanso. Pocos, quizás, tienen más ganas de que llegue la Fase 1, de volver a tener a los niños en casa, de seguir quemando energías por la sociedad después de tomar el aire sin restricciones horarias. Para que esa manguera kilométrica de vocación por la protección de los ciudadanos siga desparramando entrega caigan las que caigan.

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