José Apezarena

¿Con qué cara va a ir a Europa ahora un derrotado Pedro Sánchez?

Pedro Sánchez y la ministra de Economía, Nadia Calviño.
Pedro Sánchez y la ministra de Economía, Nadia Calviño.

A Pedro Sánchez le persiguen infinidad de anuncios fallidos, promesas incumplidas, declaraciones equivocadas que con el paso del tiempo le han dejado en evidencia

Uno de esos episodios se escenificó cuando el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, fracasó en el intento de ser nombrado presidente del Eurogrupo.

El entonces líder de la oposición, arremetió contra el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, culpándole de la derrota y reprochándole que, como consecuencia, España tenía “la misma presencia institucional que un país como Chipre”.

Pero no se preocupe –añadió Sánchez- porque “tenemos muchos jefes de gabinete españoles”. El diario de sesiones añade esta acotación: “Risas”. De los diputados socialistas, claro.

Detrás del fracaso en el intento de conseguir la presidencia del Eurogrupo ha habido bastante inexperiencia y no poca candidez.

A la vista del antecedente de Luis de Guindos, el presidente, el Gobierno como tal, y la propia ministra, junto con la suma de palmeros que se apuntaron al éxito antes de cobrar la pieza, cometieron varios errores.

El primero, anunciar con tanta convicción que teníamos la designación en la mano porque contábamos con los votos suficientes, olvidando que en esas instancias, donde el voto es secreto, la mentira y el engaño, además de la traición, son el pan nuestro de cada día.

El segundo error fue creer que un país ‘grande’, como es el caso de España dentro de Europa, podía presidir el Eurogrupo, algo que nunca hasta ahora ha ocurrido. El cargo siempre ha estado en un país ‘pequeño’.

Y se añade un tercer fallo: no dominar las dinámicas internas que suelen imponerse en esas instituciones multinacionales.

 

Según un veterano diplomático, que ha ocupado altos cargos en Exteriores y ha sido embajador en países importantes, tendrían que haber sabido lo que ocurrió cuando Javier Solana se vio elegido secretario general de la OTAN (1995-1999), a lo que siguió ser Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y Seguridad Común (1999-2009). Eso les habría servido de pauta para mostrarse más cautelosos sobre la promoción de Nadia Calviño.

Respecto a la OTAN, el nombramiento de Solana salió adelante porque era el “tercero en discordia”, que no molestaba a los grandes (de la OTAN), y el más simpático de los pequeños.

Al existir tres candidatos, la dinámica de la votación para el Eurogrupo anunciaba riesgo de sorpresas. En el primer intento, Calviño recibió los apoyos prometidos, de los grandes, Alemania, Francia, Italia…y quedó eliminado el luxemburgués.

Sin embargo, en la segunda, los ‘pequeños’ reagruparon su voto, tres o cuatro cambiaron de postura, Francia y Alemania no se movieron de verdad, y al final resultó designado el irlandés, candidato de un país ‘pequeño’, que por tanto no molesta a nadie, y, además, simpático, diplomático y que no pisará callos.

Tal como dijo Nadia Calviño tras la derrota, “alguien no hizo lo que se había comprometido a hacer”. Evidentemente. ¿Quién fue? ¿Bélgica, Malta, Letonia…? No se sabrá, porque el voto es secreto.

Como en el caso de Javier Solana, insisto, ha resultado nominado un tercero en discordia que no molesta a los grandes y simpático a los pequeños.

La derrota es, evidentemente, un fracaso de la candidata, Nadia Calviño. Y, evidentemente también, lo es de quien patrocinaba el nombramiento, Pedro Sánchez. Pero hay que añadir que se trata de un fiasco para España como país y para todos nosotros. Esa es la verdad. No hemos salido muy buen parados, si a influencia y prestigio en Europa nos referimos.

Y Pedro Sánchez deberá tomar nota. Preguntarse por qué Angela Merkel y Emanuel Macron no jugaron hasta el final la candidatura de la ministra española, como prometieron. Por qué la abandonaron y, con ello, le han dejado a él en evidencia.

Así pues, ¿con qué cara se va a presentar ahora Pedro Sánchez en las instancias europeas? Más aún, ¿con que garantías de éxito va poder negociar las ayudas (imprescindibles) para la reconstrucción del país? Que eso sí es un asunto casi de vida o muerte. Para todos.

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