Carta a la ministra de Defensa

Margarita Robles.
Margarita Robles.

Excelentísima Ministra de Defensa, Señora Robles

Le escribo como opositora afectada por la anulación del ‘’concurso-oposición para la incorporación como militar de carrera al Cuerpo Militar de Sanidad, especialidad Psicología’’, como psicóloga y como Mujer.

Atendiendo a su trayectoria profesional, sería indecente negar, y no me atrevería jamás a hacerlo, que su recorrido como Jueza presume de un éxito impecable y de una excelencia evidente, no sólo en su papel como experta en su materia, sino además, en lo relevante que ha sido su figura incorporando a la mujer en el lugar que nos correspondía, y que en épocas anteriores, se nos era negado de manera irracional.

Alzándose como la primera mujer en presidir una Sala de lo Contencioso- Administrativo y la primera Magistrada en ser Presidenta de una Audiencia Provincial, usted representa, a todas luces, un símbolo del avance que el género femenino ha experimentado progresivamente, consiguiendo todo esto con su esfuerzo y dedicación. Como mujer, quiero agradecerle, y acepte mi sincero reconocimiento, habernos dado nuestro sitio en la sociedad, y seguir haciéndolo, como confío en que haga, en los tiempos venideros.

Respecto a esto último, al sacrificio y entrega que ha tenido Usted que dedicar para alcanzar el merecido prestigio del que a día de hoy disfruta, quiero sugerirle que haga, y es aquí cuando le hablo como Psicóloga y Opositora, un ejercicio de empatía:

Leyendo sobre su formación, he podido saber que a temprana edad, logró ingresar en la carrera judicial como número uno de su promoción, convirtiéndose así en la cuarta mujer Juez de España. Como opositora, soy capaz de imaginar la alegría que pudo experimentar al recibir semejante noticia, cómo celebró con sus seres queridos haber alcanzado su objetivo, y como opositora le aseguro, que conozco ese sentimiento de satisfacción personal por el que ‘’todo el esfuerzo valió la pena’’. Esta misma sensación de la que le hablo, la experimenté el pasado 17 de Julio de 2018 cuando, una vez publicada la calificación de los méritos académicos en la oposición que nos ocupa, completé el sumatorio que llevaba realizando desde la primera prueba y comprobé que, por fin, tras cuatro años y medio de estudio, había conseguido el segundo puesto, mi ansiada plaza como Psicóloga Militar.

Sin duda, le hablo de un momento de alegría y deleite que no había experimentado antes; en ese preciso instante, todo cobraba sentido: las Navidades a medias, las ausencias a los cumpleaños, vivir sin vacaciones, las jornadas intensivas de estudio, como le digo, habían merecido la pena. Como psicóloga, me atrevería a decir, que usted leyendo mis palabras, habrá empezado a entrar en el ejercicio de empatía que le propuse, y que recordará seguramente, esa sensación cuando usted obtuvo su merecida recompensa.

Pero el 20 de Julio, sólo 3 días después de aquel último sumatorio, cuando me disponía a leer al fin mi nombre y apellidos en las listas definitivas de Admitidos al Cuerpo, no sólo no encontré tal documento, sino que un comunicado de la Subsecretaría de Defensa, me indicaba que debía de repetir el procedimiento, a excepción de las pruebas físicas, y el sentimiento de satisfacción del que ambas hemos disfrutado, se transformó en una terrible puñalada a mi esfuerzo.

Si sigue leyendo estas letras, está a punto de concluir el ejercicio epistolar de empatía, y de forma humana y comprensiva, podrá imaginar que el mundo se me vino encima, y que desde entonces, no he llegado a entender qué ha podido motivar semejante decisión, en perjuicio de mi trabajo, que por medio de un proceso selectivo rigurosamente llevado a cabo, había finalizado con el segundo mejor resultado.

 

Respeto y alabo, como no podría ser de otra manera, la eliminación de cualquier resquicio de discriminación que pueda quedar nuestro país, y ruego, desde la situación emocional en que me encuentro, tanto yo como mi compañero y compañeras que hubiéramos salido en las listas definitivas si se hubieran publicado, que no se actúe en perjuicio de nuestra demostrada valía, y que no se nos someta, como se sugiere, a una nueva evaluación para la que emocionalmente no estamos preparados.

Me dispongo, y disculpe si encuentra osadía en mi comportamiento, a realizarle una pregunta personal: Habiendo sido capaz de empatizar conmigo como estoy convencida lo ha hecho, y teniendo ambas dos en común, no sólo el género femenino sino la experiencia de opositar: ¿Es capaz de imaginar que fuera su examen, aquel que le llevó hasta donde hoy se encuentra, el que hubiera sido invalidado?.

Con todo el respeto y agradecimiento a su atención, me despido de Usted:

Como opositora, rogando la no modificación de nuestros resultados, cuya eliminación supondría, en mi humilde opinión, un desprecio a nuestro trabajo y vocación;

Como psicóloga, dando luz a la desesperante situación emocional, cognitiva y motivacional en la que nos encontramos los 7 primeros en la oposición, que nos impide de forma prácticamente total, alcanzar resultado alguno en cualquiera de los exámenes a repetir; como mujer, como aspirante a las Fuerzas Armadas Españolas y en defensa del honor e imagen que merecen, resaltando que hemos sido seis mujeres y un hombre los que hemos llegado hasta el final.

Atentamente.

Ana Zamora Arce

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