Confinar o no, guerra total en Valencia

Lo que está sucediendo estos días en la Comunidad Valenciana es lamentable, esperpéntico e, incluso, increíble. El motivo es que cada partido que integra el Gobierno valenciano está dando su opinión, en público, de si hay que confinar o no ante el alarmante incremento de contagios, ingresos y fallecimientos.

El desconcierto ciudadano es máximo. No es para menos, ante una situación tan grave, airear las diferencias – que son muchas – en los partidos que integran el actual Consell: socialistas, Compromís y Unidas Podemos.

Tal nivel se ha alcanzado que, hace una semana, empresarios y sindicatos (CEV, UGT y CCOO) pidieron expresamente al presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, que las discrepancias entre los miembros del tripartito se mantuvieran para las reuniones y discusiones entre ellos, pero que no se manifestaran en público.

Los agentes sociales – empresarios y sindicatos mayoritarios – expusieron que ya cuesta, y mucho, a los ciudadanos entender las medidas restrictivas y su paulatina escalada, como para escuchar propuestas distintas de cada partido gobernante.

Muy razonable la petición de la patronal empresarial y de los sindicatos, y probablemente es una de las principales reglas del gobierno: expresar las opiniones con claridad en las reuniones, pero luego unidad de acción hacia el exterior, porque un gobierno sin dirección es un caos. Y las discrepancias no son sobre el nombre de una calle, sino cómo afrontar una pandemia: es inaudito lo que está pasando.

En el Consell, un presidente socialista, Ximo Puig; una vicepresidenta de Compromís, Mónica Oltra; y un vicepresidente segundo de Podemos, Rubén Martínez Dalmau.

Pero ese mismo día Compromís hizo pública otra vez su postura, y también Podemos, que discrepan entre sí y con la postura de Ximo Puig. Así, literalmente: cada partido lanza su propuesta, y por ahora vale la del presidente Ximo Puig, que no es partidario del confinamiento por ahora, pues ve todavía margen para reducir los contagios con las medidas restrictivas que se han adoptado.

Compromís, por su parte, ha vuelto a hacer pública su propuesta: un confinamiento parcial, manteniendo servicios públicos y la actividad educativa, y suspendiendo la actividad de la hostelería, establecimientos turísticos, centros comerciales y establecimientos comerciales no esenciales de más de 800 metros cuadrados. Además, prohibir las reuniones de no convivientes.

Y Podemos va más allá que Compromís: confinamiento domiciliario y cierre de los centros educativos. Para mayor confusión, Esquerra Unida se presentó en coalición con Podemos (Unidas Podemos) en la Comunidad Valenciana, y discrepa de Podemos, su “socio electoral”: pide que no se cierren los centros educativos.

En el entorno de Ximo Puig, la postura de Compromís y Podemos lógicamente se califica como “desleal”, y algunos ya atribuyen a Mónica Oltra una oposición más constante a Ximo Puig que el PP y Ciudadanos.

 

En medio de este caos, la presidenta del Colegio de Médicos de Valencia ya pidió el confinamiento hace días, a la vista de los datos de la epidemia. Y el Colegio de Médicos de Castellón acaba de pedir el confinamiento domiciliario como el vivido la pasada primavera para mitigar los efectos de la tercera ola, y evitar el colapso ya creciente en los centros de salud y hospitales.

Es patética la situación valenciana. Anda en juego cómo controlar una epidemia, y cada uno dice lo que le parece: lo puedo hacer yo, como columnista de opinión, pero no un gobernante en sus competencias, porque se dinamita la confianza de los gobernados ante semejante cúmulo de imprudencias.

En esta guerra de todos contra todos, muchos se preguntan por el origen de un bulo que circuló el 10 de enero, anunciando una rueda de prensa del Consell para comunicar el confinamiento general domiciliario en la Comunidad Valenciana, y que se trataba de una “información contrastada por la Generalitat Valenciana”.

La izquierda valenciana se está triturando a sí misma. Un suicidio político en toda regla, desde hace tiempo, con sucesivos encontronazos entre Ximo Puig y Mónica Oltra. Lo dramático es que se produzca, insisto, en torno a cómo controlar la pandemia.

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