Un debate previsible y gris

Debate electoral a cinco.
Debate electoral a cinco.

El debate del pasado lunes de los 5 candidatos para el 10-N me pareció significativo, porque reflejó los motivos de preocupación que ya tenía.

Ayer,  los diversos medios,  preguntando a los lectores quién ganó el debate, cuestión que me parece secundaria, porque lo que importa es que España tenga un Gobierno sólido tras este domingo próximo, y no la mayor o menor movilización en redes sociales de un partido u otro.

No me detengo a criticar el estilo de los 5, hablando aceleradamente con ansiedad. La oratoria serena me convence más. Y los efusivos saludos de María Casado, hablando sin que le escuche el candidato acompañante, tal vez se debe a los nervios.

No añadió nada especial el debate, sino que fue un calco de lo que vemos: hay un bloqueo y, lo más peligroso de todo, es lo que ayer mismo le hizo llegar Junqueras a Pedro Sánchez: “No olvides que eres presidente gracias a nuestros votos”.

El debate fue un reflejo de que Sánchez es preso de los independentistas, y lo seguirá siendo si es preciso para volver a ser presidente. Su reiteración sobre el problema de Cataluña calificándolo como un problema “de convivencia” es una continuación de lo que hemos visto estas semanas. Si problema de convivencia son 1.000 heridos en la violencia de estas semanas en Barcelona, tenemos motivo para preocuparnos.

Y más preocupante que Sánchez quiera ocultar la situación laboral, evitando que se conociera el dato conocido ayer: 97.948 parados más en octubre, el mayor aumento desde octubre de 2012.

Preocupante que Pablo Iglesias afirmara que la Constitución dice que hay que subir las pensiones de acuerdo con el IPC. Es falso. No puede jugar con mentiras, si es que es consciente, o con la frivolidad de no asegurarse de lo que dice. Y después de lo de su chalé en Galapagar, por favor que no intente acercarse a los “indignados” yendo al debate en taxi. Los indignados no quieren gestos, sino hechos.

Rivera, urgido por remontar las encuestas,  recurrió al efectismo del adoquín y los gráficos. Repartía críticas casi por igual contra Pedro Sánchez y Pablo Casado.

 Abascal, avisando de que “o autonomías o pensiones”: acierta cuando afirma que el independentismo catalán ha sido permitido por el PSOE y el PP durante décadas, a cambio de su apoyo político, pero su tono agresivo, sin medir tiempos, sigue asustando.

 

Y Pablo Casado, que parece el vencedor del debate según diversas encuestas, presenta al PP como el partido que todo lo ha hecho bien: sí que está logrando presentarse como alternativa a Sánchez, apelando al voto útil, Casado o Sánchez.

No dan más de sí nuestros líderes políticos. Espero que el hartazgo generalizado no lleve a la abstención el 10-N, porque no da igual que gobierne uno u otro. La opción de echar a Sánchez es la que puede ser la mejor para España en estos momentos, y no parece existir otra real que darle la confianza a Pablo Casado, visto lo visto y oído lo oído.

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