Javier Fumero

Decir barbaridades en la intimidad

dolores delgado
La ministra Dolores Delgado

Hay una idea que está moviendo estos días el Gobierno (y se amplifica desde algunos medios de comunicación afines al ejecutivo socialista) cuya tesis es que los audios del ex comisario Villarejo son una extorsión al Estado.

Por eso –añaden-, al margen de lo que se diga en esos encuentros privados, habría que poner en cuarentena su contenido. Para impedir que nadie marque la agenda política nacional. Esta consigna sirve –dice concretamente el diario El País en su editorial del jueves- para políticos y periodistas.

¿Primera obligación, por tanto, de parlamentarios e informadores? Proteger el Estado de derecho y rechazar cualquier ataque.

Yo no niego que la estrategia de Villarejo, desvelada por cierto hace meses en este mismo portal, es execrable. El ex comisario de las cloacas no ataca sólo al Rey emérito, al jefe del Gobierno y a una ministra: intenta amedrentar al tribunal que debe juzgar su causa, forzar su independencia y obtener un trato de favor.

Repulsivo y deleznable.

Pero a eso se responde aplicando todo el peso de la ley en ese juicio. Que le caiga la máxima pena posible y, si es jurídicamente defendible, que pase el mayor número de años posibles en la cárcel. Por chantajista, venal y corrupto. Por utilizar el poder que este país le concedió para cometer fechorías y su personal enriquecimiento.

Dicho esto, me parece perfectamente legítimo decir también que nadie puede permanecer indiferente ante el contenido de los audios filtrados. Son muy relevantes y claro que, aunque los conozcamos por medio de un embaucador, es preciso pedir cuentas a sus protagonistas.

Políticos e informadores no podemos mirar para otro lado. Si la ministra de Justicia demuestra en la intimidad no ser digna del puesto que ocupa es lícito exigir su dimisión. De hecho, el modo en el que se ha conocido su escasa catadura moral es particularmente relevante: lejos de los focos es cuando uno se muestra como realmente es.

Esto explica el revuelo que existe en el mundo judicial. Esté chantajeando o no Villarejo al Estado, la ministra Dolores Delgado ha perdido cualquier autoridad moral para dirigir los destinos de la cartera que detenta. Escuchar con qué insolencia se refiere a sus compañeros, alude a importantes procesos judiciales, valora sentencias, entiende de delitos reprobables… claro que es muy relevante.

Debería ser, de hecho, definitivo.

 

Más en twitter: @javierfumero

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