El déficit y las autonomías

La polémica está servida. Hay quienes incluso hablan de guerra y hasta de rebelión de los barones del Partido Popular contra la posibilidad de un trato desigual a las diversas autonomías en relación al déficit fijado para todas ellas.

La mecha se enciende en Cataluña, que solicita –y presiona sin tapujos- que se le amplíe el margen de gastos en la situación en la que se encuentra. Ante las habituales ambigüedades del Gobierno de Mariano Rajoy, del ministro de Hacienda y del secretario de estado del ramo, afirmando que hay que tener en cuenta las diferencias de los que son diferentes, los presidentes de Madrid, de Extremadura, de Galicia y de algunas autonomías más -todas ellas gobernadas por el Partido Popular y en su gran mayoría cumplidoras fieles de las exigencias en relación al déficit- han puesto el grito en el cielo.

Se lo están poniendo muy difícil a Rajoy.

Que nadie olvide que al fondo de todo esto están las distintas elecciones que se avecinan más tarde o más temprano.

Las encuestas otorgan pocas mayorías absolutas al Partido Popular y desde el candidato a la presidencia del Gobierno hasta el que lo sea en el último pueblo de España, saben que sin mayoría absoluta no gobiernan. El Partido Socialista tiene asegurado –exigencias y negociaciones aparte- el apoyo de Izquierda Unida, formación que sube espectacularmente en la mayoría de las previsiones. El otro partido que sube también, de forma más que notable, es UPyD. La diferencia es que, mientras el Partido Socialista puede contar con Izquierda Unida, el Partido Popular difícilmente podrá hacerlo con la formación que lidera Rosa Díez.

Así las cosas, los aliados naturales de los populares serían los partidos nacionalistas vasco y catalán, ambos de una derecha indiscutible. Convergencia y Unió, una vez arrojado el lastre de la Esquerra Republicana, sería un aliado válido para los comicios. El PNV de Urkullu, tras aclarar su postura ante el terrorismo, también serviría de ayuda.

Pero el problema reside en los costos que esa colaboración supondría para el Partido Popular y si esos costos iban a estar precisamente en abrir la mano a la hora de exigir el cumplimiento de los déficits asignados.

Por eso lo tiene difícil Mariano Rajoy. Ahora, en el momento de las negociaciones para poder cumplir con Bruselas, y después, a la hora de las diferentes negociaciones para gobernar en España, en las autonomías y en los municipios.

 
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