Una despedida

Durante casi diez años he acudido puntual a la cita. Los jueves en la Tribuna Libre de ECD. O los miércoles a la 1:00 para los amigos de Twitter. No recuerdo haber fallado ni una semana. Cientos de artículos con los que hemos compartido inquietudes, crónicas, opiniones, algún enfado, y muchas, muchas risas. La vida. La vida hecha columna. Hoy vengo a despedirme de ustedes, amables lectores, que con tanta generosidad me han acogido y seguido durante todo este tiempo.

Cuelga tú. No, cuelgo yo. No, venga, los dos a la vez. Sí. Ya lo saben. Aborrezco las despedidas. Creo que, salvo que uno se muera, las cartas de despedida lacrimógenas deberían estar prohibidas. Con todo, peor aún que las lágrimas es largarse sin decir nada. De ahí estas palabras de hoy, que tampoco son exactamente crepusculares, porque no tengo previsto doblar la servilleta –Dios mediante- sino más bien poner la mesa completa y cocinarles el pavo de las grandes celebraciones. Vayan llamando a los Bomberos.

A la hora de decir adiós, me invaden los tópicos. Esta columna de los jueves me ha visto crecer, y yo a ella. A lo largo de semanas y semanas he tratado de analizar la actualidad con buen humor y si bien me consta que he provocado divertidas carcajadas, también sé que algunas veces he causado pequeñas heridas. A ellos, a los que se han disgustado con alguno de mis artículos, pido hoy disculpas, en público y en voz alta. Perdón. Qué bonita palabra.

Un recuerdo agradecido a todos mis compañeros de El Confidencial Digital y a los vecinos de columna, que con tanto cariño me han acogido también durante estos años. De nuevo, nado entre lo previsible, pero en estos tiempos que corren debo insistir en ello: nunca, en todos estos años, en ningún artículo, me han tocado una sola coma, o me han puesto alguna objeción. ¡Me han respetado hasta las faltas de ortografía! Gracias por tanta libertad.

A estas alturas de columna, mientras algunos descorchan el champán para festejar mi partida y otros llenan de mocos el pañuelo, quizá sea el momento oportuno para aguarles la fiesta a unos, y arrancar una sonrisa a los más fieles. No me marcho al desierto, no me han despedido, ni me ha fichado aún Florentino como delantero centro del Real Madrid –algún día llegará, yo sigo entrenando-. Me voy porque comienzo ahora con gran ilusión una nueva etapa profesional en el Grupo Intereconomía, en donde trabajaré y escribiré en exclusiva de aquí en adelante. Me enorgullece pasar a formar parte de un Grupo mediático cuyos valores irrenunciables son “la vida, la familia, y la libertad”. Nada podría hacerme sentir más cómodo.

Ahora ya saben dónde encontrarme. Aquí les dejo en buenas manos. Me despido citando a mi admirado Alberto Ruiz Gallardón, diciéndoles sólo tres cosas –¡hip!-: gracias, gracias, y gracias.

Itxu Díaz es periodista y escritor. Ya está a la venta su nuevo libro de humor «Yo maté a un gurú de Internet». Sígalo en Twitter en @itxudiaz

 
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