Aquí no dimite nadie

Ya se pueden ir preparando los ciudadanos de Barcelona. La Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha dicho que no va a dimitir, porque “echar a correr es de cobardes” y ha añadido que los problemas que han surgido con el AVE de la Ciudad Condal, “no son los primeros que me encuentro en mi vida y en todos los casos los he solucionado bien”. No debe de pensar lo mismo, respecto a la capacidad política de la ministra, el Presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, que se llevó el alegrón de su vida cuando en abril de 2004 consiguió “colocar” en el primer gobierno de Zapatero a Doña Magdalena y, por el mismo precio, también se quitó de en medio a Carmen Calvo.

La obra de la llegada del AVE a Barcelona es responsabilidad única del Ministerio de Fomento, como ha reconocido el Presidente del Gobierno en su visita a la zona afectada por los socavones y las grietas. Zapatero ha dicho que ha habido errores y ha asumido la responsabilidad política del caos que ha producido los problemas con el AVE como ha sido la suspensión de los trenes de cercanías que son utilizados diariamente por miles de ciudadanos para desplazarse a su lugar de trabajo. ¿En que consiste para Zapatero esa asunción de responsabilidades?, porque de momento la ministra de Fomento sigue en su puesto, a pesar de su manifiesta incompetencia, a pesar de su demostrada capacidad para echar siempre la culpa a otros, a pesar de haber sido reprobada en dos ocasiones por el Congreso de los Diputados.

 No es que tenga que haber una necesaria relación causa-efecto, pero desde que la clase política catalana, con la inestimable ayuda del Presidente Zapatero, decidió hace tres años colocar como prioridad absoluta el nuevo Estatuto, con el reconocimiento de Cataluña como nación incluido, y el establecimiento de una relación bilateral con el Gobierno de España, los problemas , los socavones en el suelo, las grietas en los edificios, las averías en servicios básicos, se han convertido en el pan nuestro de cada día. Los sufridos ciudadanos catalanes no salen de su asombro, ante la estulticia de sus políticos, mientras que ellos sufren las consecuencias de una manifiesta incompetencia por parte de sus gobernantes para la gestión pública.

Todo lo que está sucediendo en Cataluña y de forma especial en Barcelona en los últimos meses le puede pasar una factura muy alta a Zapatero en términos electorales. Estamos hablando de uno de los principales graneros de votos del PSOE, a través de su sucursal PSC, que en las generales del 2004 consiguió 21 escaños en Cataluña, por sólo 6 del PP. Ahora, puede producirse no un trasvase de votos de los socialistas a los populares, pero sí una alta abstención por parte de ese ciudadano que está harto de tanta chapuza, de tanta frivolidad, de unos políticos, de unas Instituciones, que en lugar de resolver los problemas y atender las necesidades ciudadanas más básicas, se dedican a otras cosas.

Y da la casualidad que esos ciudadanos saben perfectamente que ahora, el Gobierno de España está en manos del PSOE, la Generalitat de Cataluña presidida por un socialista, José Montilla, al igual que el Ayuntamiento de Barcelona. Por lo tanto, los motivos de preocupación que pueda tener Zapatero, De la Vega o Blanco, por un posible castigo electoral al PSOE en una demarcación clave para ganar las elecciones están más que justificados. No se puede jugar tanto con los ciudadanos. No se puede decir que uno asume la responsabilidad política y no hacer nada; no se puede mantener en su puesto a una ministra tan incompetente. Si por vergüenza torera no dimite, el Presidente tiene que cesarla.

 
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