Ser diputado y no cobrar por ello
El Tribunal Constitucional acaba de fallar que, para ser diputado, no constituye condición imprescindible que le paguen por ello. Dicho más claro, no se requiere que cobren un sueldo por serlo.
El TC lo ha afirmado respecto de los parlamentarios autonómicos, porque el recurso lo planteó el PSOE de Castilla-La Mancha, contra la decisión en ese sentido promovida por el gobierno que preside Cospedal, pero, lógicamente, los razonamientos del alto tribunal son directamente aplicables al resto de cámaras regionales.
La sentencia, que ha sido rubricada sin votos discrepantes, establece que el percibir un sueldo no constituye por sí mismo un derecho de los diputados, y que carecer de salario "no menoscaba la función legislativa o de control de la acción del gobierno".
Desde enero, los parlamentarios castellano-manchegos cobran, sí, indemnizaciones y dietas, pero no sueldo. Con lo que muchos de ellos han tenido que buscar trabajos y ocupaciones que les proporcionen los ingresos que ahora les faltan.
Solamente determinados cargos regionales disfrutan de dedicación exclusiva a las tareas parlamentarias y por tanto derecho a un sueldo.
En el caso de las cámaras nacionales, la Constitución estipula que diputados y senadores "percibirán una asignación que será fijada por las respectivas cámaras". Pero interpretado estrictamente ese artículo, no habla de "sueldo", sino de "una asignación".
Así que con ellos también a diputados y senadores cabría suprimirles los sueldos. Y yo no me opondría, para buen número de ellos.
Además, este país sigue teniendo pendiente la asignatura de reducir drásticamente el número de parlamentarios, regionales y nacionales, que sobran por todas partes.
Por poner sólo un ejemplo, el estado de California, con 38 millones de habitantes, y que en solitario sería la séptima economía del mundo, tiene menos congresistas que Cataluña, que, con sus casi 8 millones de habitantes agrupa en el Parlament 135 diputados.
