La nueva ley del servicio doméstico, en la cuerda floja. Los funcionarios dudan de que se vaya a mantener y aconsejan a los ciudadanos: “Vuelva usted más adelante”
"Vuelva usted más adelante porque es posible que la ley se retire". Así empiezan a atender algunos funcionarios de la Seguridad Social a los cabezas de familia que se disponen a dar de alta a sus empleados domésticos en el régimen general de cotización (hasta ahora tenían un régimen especial).
La polémica ley, una de las últimas puestas en marcha por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y que entró en vigor el pasado 1 de enero, podría tener los días contados. Y ésa es la opinión que transmiten los propios funcionarios.
En su momento ya se advirtió de los inconvenientes de una norma que, si bien puede ser positiva, llega en mal momento, puesto que ni empleadores ni personas de servicio pueden hacer frente a más pagos en medio de la crisis.
Además de la confusión generalizada de las primeras semanas, donde ni los funcionarios lograban aclararse con el número de horas a declarar, el sueldo y las retenciones, la Seguridad Social es consciente de que, como consecuencia de la nueva ley, sufrirá un descenso en el número de cotizantes. Y los datos son cada vez más desalentadores.
La razón: muchas asistentas cotizaban antes por su cuenta de manera voluntaria. Ya no lo van a poder hacer, porque lo tienen que hacer sus empleadores.
Sin embargo, las reticencias son numerosas. Por parte de los empleadores, muchos pagarán en dinero negro para no tener que pagar más, y otros, simplemente, prescindirán de los servicios de limpieza y atención, lo que incrementará la tasa de desempleo.
En cuanto a las asistentas, aquellas a las que den de alta cobrarán menos por hora y muchas no se lo podrán permitir.
