¿Dónde queda la dignidad del Parlamento?

Pablo Iglesias, en la sesión constitutiva del Congreso en enero de 2016.
Pablo Iglesias, en la sesión constitutiva del Congreso en enero de 2016.

En tanto no se acometa una reforma del Reglamento del Congreso que establezca, sin lugar a interpretaciones, una fórmula inequívoca de acatamiento a la Constitución, al Jefe del Estado y al ordenamiento jurídico, los ciudadanos tendrán que soportar la indignidad de que algunos representantes electos de la soberanía nacional, es decir, de todos los españoles, con independencia de la lista electoral por la que hayan sido elegidos, añadan coletillas de su cosecha con las que, en el fondo y la forma, tratan de desvirtuar o desconocer la legitimidad de la Institución a la que se han obligado a servir.

Mucho nos tememos, que en la toma de posesión de sus escaños, los políticos independentistas catalanes que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo por graves delitos contra la misma Constitución a la que deben jurar o prometer acatamiento, traten de convertir el solemne acto en una caja de resonancia de sus intereses, sin respeto alguno a la dignidad del Parlamento. Con todo, el reglamento es claro en que la respuesta a la pregunta "¿Juráis o prometéis acatar la Constitución?" debe ser afirmativa e inequívoca o no adquirirán la condición de representantes del pueblo español. Luego, podrán mostrar su incongruencia.

 

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