“Y se equivocaron al contar los votos”

Preparativos de unas elecciones en España.
Elecciones.

Hasta hace poco, los ministros del Interior de UK, Francia y Alemania mandaban a expertos a España cuando celebrábamos elecciones, para que aprendieran por qué España sabía pronto y con exactitud los resultados. Esto, se acabó, tras el descalabro del 26 de mayo.

Ibiza, Fuerteventura y León fueron algunas de las muchas localidades donde sus habitantes “sufrieron” la incertidumbre sobre el resultado electoral, en esos tres casos de las elecciones municipales del 26 de mayo de 2019. Ni es habitual que los españoles acudamos en un mismo día a votar en tres elecciones (autonómicas, municipales y europeas) y tampoco lo es el cúmulo de errores cometidos por las dos empresas que llevaron a cabo el llamado conteo de voto mediante una Unión Temporal de Empresas (UTE adjudicataria de estas elecciones), Scytl y Vector.

Solo llevo quince años -desde 2004- en el negocio de la estimación de voto. Dedicado a la economía y, por tanto, a la estadística y a las nuevas tecnologías, tanto de computación como de digitalización, 32 años. En estas décadas de democracia una mayoría de expertos de derechas e izquierdas (Julián Santamaría, PSOE, Pedro Arriola, PP, verano de 2007, en un encuentro de 25 expertos en la sede del Senado, a la que asistí) han resaltado la enorme eficacia y eficiencia del “sistema español de conteo de datos”, como franceses, alemanes, británicos y norteamericanos llamaron hace ya tiempo a la forma tan rápida y precisa con que el ministerio del Interior ha anunciado los resultados electorales en España desde junio de 1977.

No es que no haya habido errores en estos cuarenta años. Pero lo habitual y casi lo normal (porque se convirtió en norma) fue que la empresa subcontratada para hacer el conteo de votos acertara casi siempre.

No tengo nada que ver con Indra, la empresa a la que me refiero. Pero los datos son la evidencia: Indra ha acertado casi siempre. También en elecciones complejas. Digo esto porque uno de los motivos que aducen las empresas adjudicatarias el 66 de mayo es que “todo era mucho más complejo al tratarse de tres elecciones en un mismo día”. Es un argumento que no tiene ni pies ni cabeza: si las elecciones son más complejas, es obvio que hay que prever y prepararse convenientemente para ellas y hacer un buen trabajo.

En el trabajo del conteo de votos hay varios componentes que tener en cuenta. Primero, 21.000 personas que, en las mesas electorales, recogen la información y la envían (hoy) mediante medios digitales (tableta, ordenador portátil, teléfono móvil inteligente, etc.).

Hasta hace pocos años, la información se transmitía por teléfono a la central de datos. En los últimos quince años, desde las elecciones generales de 2004, Indra creó un repositorio informático de información donde se volcaban los datos. Previamente, como es lógico, se habían definido los parámetros de organización de la información para, en cuestión de dos horas, como mucho, el ministro/ministra del Interior y el/la titular de la portavocía del Gobierno, hicieran públicos los datos con el 95-99% de los votos “escrutados”.

No es excusa que hubiera tres elecciones en vez de una. El pliego de condiciones (publicado en el BOE para convocar a las empresas que quieren prestar el servicio) es explícito y claro en lo que se requiere. Si el sector público español eligió a Vector y Scytl para que hicieran el conteo de votos de las tres elecciones es porque -“se supone que, en principio”- dichas empresas cumplían las condiciones de los pliegos. Y, quizá sobre el papel, las cumplían, pero no ha sido así ni cuando hicieron el ensayo previo ni cuando se celebraron las elecciones.

Nadie, en su sano juicio, contrata a una persona para jardinero si esa persona lo ignora todo de jardinería. Este criterio se aplica a cualquier oficio. Y, por cierto, es importante resaltar que, en este contrato, no se trataba de anticipar el resultado de las elecciones (encuesta, sujeta a margen de error), sino de transmitir la realidad de lo que votaron los españoles: “y se equivocaron”.

 

Las dos empresas dicen, también como argumento de defensa propia “que había muchos partidos”. Aparentemente es una respuesta de niño pequeño. Ya sabemos todos que el bipartidismo se acabó hace tiempo y que hay muchas fuerzas políticas nacionales y, más aún en ayuntamientos y comunidades autónomas y en las elecciones al parlamento europeo. Pero esta es una cuestión de naturaleza técnica -por supuesto, contemplada en los pliegos públicos- conocida por todos. Ergo, las dos empresas adjudicatarias tenían que haberlo previsto. No es tan difícil hacerlo: basta con dar formación a las 21.000 personas que recogían la información de las mesas electorales y transmitirla vía digital.

Evidentemente, el problema no es la tecnología, si esta es la buena y adecuada. En los últimos 20 años, Indra orientó una buena parte de su negocio a las tecnologías de la información. Hasta el punto que, junto a IBM y Telefónica España, en nuestro país, en el mercado empresarial español de tecnologías de la información, estas tres compañías dominan por 1) Volumen de negocio 2) Clientes Empresariales, 3) Tecnologías que ofrecen, el mercado empresarial (grandes empresas, pymes, microempresas y autónomos) y del sector público.

Las tres tienen servidores, ordenadores, redes, Internet, Internet de las Cosas y las famosas “sopas de letras el software”: CRM, ERP, SCM, BI, etc. No es necesario aplicar Business Intelligence (BI) a la recogida de datos en unas elecciones, ni el Big Data, ni la Inteligencia Artificial ni la Robótica. Eso sí, es menester que personas formadas en el uso de la tableta o un ordenador portátil sean capaces de saber que PP, PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, Vox y ERC, por ejemplo, son partidos distintos.

Y que, si el presidente/a de la mesa electoral dice que, en Torrijos (provincia de Toledo), a cada uno de esos partidos les corresponde un determinado número de votos, es incomprensible que, a la hora de transmitir esos resultados a la central de datos, el ministro del Interior provea de un dato al país y, días después, se diga que los datos proveídos estaban equivocados y que los buenos son otros, rompiendo expectativas, posibles gobiernos y alianzas y, sobre todo, sembrando la desconfianza.

Con Indra, no pasaba esto. E insisto, no tengo nada con Indra. Incluso, hay rumores en el mercado de que el actual presidente de Indra, Fernando Abril-Martorell, quiere agrupar en una sola empresa todo su negocio tecnológico y venderlo, para dedicarse a la Defensa.

Si esto fuera así y, puesto que IBM, apenas vende a las pymes sino a las grandes empresas, solo quedaría Telefónica Empresas como primera compañía en el mercado español empresarial de tecnologías de la información. Y, con Telefónica Empresas (María Jesús Almanzor, Marisa Urquía, Cristina Burzako y, en todo el mundo, un gran emprendedor y exitoso empresario, fundador de cinco grandes empresas tecnológicas punteras y presidente mundial de Telefónica Business Solutions, José Cerdán Ibáñez), todo su ecosistema de partners internos (Acens, Eleven Paths, Wayra, etc.) y externo (HP, HPE, Cisco, Sage, Salesforce, IBM, Amazon, Amazon Web Services o AWS, Microsoft y Microsoft Azure, Microsoft Dynamics 365, Google, Facebook, SAP, Oracle, Apple, etc.).

Al tener personal formado y buenas tecnologías de la información -muchos medios de comunicación han publicado que Scytl y Vector carecen de ambos- se suma la experiencia, el conocimiento del oficio. Indra ha estado practicando con contratos reales electorales de conteo de votos durante 40 años. Los ganadores del concurso no tienen tanta experiencia.

Y, como muchas cosas en la vida, es menester disponer de medios económicos para hacer un buen trabajo. Sin dinero, una empresa no puede formar a trabajadores ni disponer de buenos sistemas informáticos. El ministerio del Interior disponía de 12 millones de euros para este contrato.

Siempre los criterios técnicos habían primado sobre los económicos, siendo estas triples elecciones, la excepción: el 70% del concurso se dirimía por la oferta económica y solo un 30% por la calidad de la oferta técnica. Indra puso 10 millones. Scytl, 8 millones. Ganó el concurso la segunda, aunque Indra obtuvo mejor calificación en los parámetros técnicos. Moraleja: Scytl no acertó -quizá la bajada del precio en un 20% pudiere ser considerada por personas del oficio como una baja temeraria, habitualmente penalizada, pero no en este caso- y demostró la realidad del refrán: “Lo barato, sale caro”.

Jorge Díaz-Cardiel. Socio director general de Advice Strategic Consultants.

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