La euforia de Ciudadanos no llena la calle Alcalá

Los de Albert Rivera valoran con optimismo los 57 escaños en una noche que hasta Ángel Garrido no se quiso perder

Albert Rivera se despide en la sede de Cs
Albert Rivera se despide en la sede de Cs.

En el número 253 de la calle Alcalá de Madrid, a las 20:00 de la tarde, medios de comunicación, trabajadores, voluntarios, curiosos y  miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado dibujaban lo que iba a ser el escenario en el que Albert Rivera comparecería para analizar los resultados electorales del 28 de abril.

A esa hora ya estaban apostadas las cámaras frente al lugar reservado por el partido para poder seguir, desde una pantalla gigante, los primeros compases de la jornada electoral.

A pesar de que todo estaba preparado al milímetro en la sede de la calle Alcalá, aún había hueco para algunos parches de última hora, incluyendo un cartel pegado al servicio de las mujeres, un folio maltrecho y casi despegado en la puerta donde se podía leer “Ciudadanas”. Según pudo confirmar ECD, la organización había colocado la puerta al revés – con el distintivo “Ciudadanas” por dentro – y decidieron solventar el imprevisto de esta manera.

A esa misma hora, justo cuando los colegios electorales echaban el cierre, el líder de la formación naranja ya se encontraba reunido con su equipo en una de las siete plantas de la sede, aguardando ese porcentaje de escrutinio necesario para poder hacer balance sin meteduras de pata. Hasta ese momento, había una palabra que se repetía como un mantra: prudencia.

Despejada la incógnita Vox

Como pudo comprobar Confidencial Digital, eran muchos en Ciudadanos los que reprimían ese optimismo que había caracterizado su campaña electoral. Existía un actor incómodo, impredecible, que determinaría el lado hacia el que irían algunos escaños en aquellas pequeñas provincias donde la fragmentación de la derecha en tres bloques todavía hacía bailar las cifras.

La sensación era generalizada y la respuesta, también. José Manuel Villegas bajaba del despacho a las 20:30 y hacía una pequeña valoración sobre las primeras impresiones: “somos prudentes”, repetía. Aún no estaba despejada la incógnita Vox. Ni la del PP. Ni ninguna, realmente.

En un corrillo formado por un periodista, un miembro del Comité y otro del equipo técnico del partido se podía entrever ese cierto nerviosismo: “no cantemos victoria todavía” se dijeron.

Eso sí, todos coincidían en algo: iban a mejorar los resultados con respecto a las elecciones pasadas y su verdadero valor dependería del peso que tendrían esos escaños frente a los logrados por sus rivales directos. Y Vox se colaba en la mayoría de conversaciones.

De hecho, tal y como confirmaron fuentes de la organización del partido a ECD, una virtual celebración post resultados en la sede no estaba asegurada, “habrá fiesta si hay algo que celebrar” alegaban. Motivos hubo, pero fiesta, finalmente, no.

 

Comienza el subidón

Con el 30% de los votos escrutados y 51 diputados para Ciudadanos, una legión de afiliados y trabajadores del partido salían de la sala que tenían reservada para ellos y se plantaban en plena calle Alcalá para demostrar que su apoyo a Albert Rivera. “Quítate la acreditación” le decía uno a otro para que no pareciera que aquello estaba organizado de antemano.

Aumentaba el escrutinio y cada escaño de más se celebraba como una victoria aplastante. El 39% ya les daba 54 diputados y los periodistas allí reunidos no necesitaban comprobar los resultados. Todos gritaban la cifra mientras aplaudían sin descanso.

El reloj apenas acababa de marcar las 22:00 y ya había jaleo de nuevo: “¡57!” gritaban con entusiasmo, “¡Vamos!” cantaban mientras levantaban los puños. En ese mismo momento, Edmundo Bal, número cuatro por Madrid, se asomaba a la barandilla del segundo piso para hacer las delicias de aquellos que ya estaban de celebración dentro de Alcalá 253.

La calma después de la tempestad

Conforme se iba cerrando el recuento, los mismos que festejaban en el interior de la sede, salieron a repartir banderas y a cantar himnos contra Sánchez “¡Adiós, Pedro Sánchez, adiós!”.

Sin embargo, la calle se les quedó algo grande. Un modesto atril se levantaba sobre la esquina de Alcalá. Había más curiosos que seguidores, más periodistas que gente festejando,  incluso cuando tenían motivos para hacerlo. Un afiliado de Ciudadanos lo justificaba “movilizamos poco en las calles, pero donde importa es en las urnas”.

Ángel Garrido, asistente de última hora

Besos, abrazos y sonrisas entre los integrantes del partido que esperaban con notable alegría las palabras de Albert Rivera. Ángel Garrido, ex presidente de la Comunidad de Madrid con el PP y reciente fichaje de Ciudadanos para sus listas a la asamblea de la región, se dejó ver a los pies del atril del que ahora es su nuevo jefe.

De hecho, hasta ese momento, ya entrada la noche, la presencia de Garrido no estaba confirmada por parte de la organización del partido. Confidencial Digital pudo comprobar cómo su nombre figuraba en rojo con interrogantes entre los asistentes a la cita.

Y por fin habló Albert Rivera

La verdadera emoción seguía dentro de la misma sede, sin perder de vista el recuento de los últimos votos y los diversos “pactómetros” propuestos por varias cadenas, apps móviles e incluso afiliados con calculadora en mano. Los números cuadraban, al menos para algunos.

Periodistas y seguidores esperaban con impaciencia la aparición de Rivera. Mientras tanto, el constante flujo de información entre los presentes hizo que la red Wi-Fi de la sede se cayera en varias ocasiones, obligando a sus técnicos a cambiar la red para atajar el problema.

De fondo, algo comenzaba a agitarse. Era Albert Rivera y su equipo celebrando ese escaño de última hora a costa del PSOE. Ya eran 58. Falsa alarma. A los 20 minutos ese motivo de alegría se esfumó para volver a la bancada socialista. Ya no había razones para hacer esperar más a los suyos.

Apareció Rivera acompañado de toda su plana mayor. Agradeció a sus apoderados y votantes “que se dejaron la piel” y dio por hecho que el futuro gobierno estará en manos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

El resto fueron palabras de optimismo. Los 57 diputados, a tan sólo 9 del PP, le valieron para autoproclamarse líder de la oposición y volver a recalcar que no apoyará un gobierno que “divide a los españoles”. Sus seguidores lo daban por hecho, las próximas elecciones autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo confirmarán el sorpasso al Partido Popular.

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