José Apezarena

Si al final no hay referéndum, entonces ¿qué?

El referéndum de ruptura con España, convocado en Cataluña para el uno de octubre, tiene enormes posibilidades de que se quede sin celebrar.

Sin contar con un censo fiable. Sin locales (colegios electorales) en tantos lugares de Cataluña. Con las fuerzas del orden eliminando ese día cualquier urna, de cristal, de madera, de cartón o de papel, se coloque donde se coloque. Retirando, igualmente, las papeletas de votación. Con miles de ciudadanos convocados a las mesas electorales que no acudirán porque han entendido el mensaje de que se trata de una consulta ilegal, que no están obligados y que nos les pasará nada.

Miles de obstáculos y dificultades, en los días previos y en la propia jornada electoral, que hacen pronosticar que en realidad ese llamado referéndum no llegará a celebrarse. Porque lo que se escenifique (que algunos escenarios sí que veremos) no podrá en ningún caso merecer tal nombre.

Vale, no hay referéndum. Y, entonces, el día 2 de octubre ¿qué pasa?

¿Admitirán Puigdemont, Junqueras y demás convocantes al constatar que la consulta ha fracasado? ¿Lo aceptarán?

¿Y cuál será su actitud a partir de ese momento? ¿Lo tienen decidido?

¿Qué ha pensado Mariano Rajoy para el día después? He de suponer que el presidente dispone de un plan de futuro.

Superado este penoso episodio del referéndum, a mi entender, el problema de Cataluña deberá resolverse, y se resolverá, mediante negociación, y con un acuerdo que acepten las dos partes.

España no puede permitirse mantener abierta de manera indefinida una herida tan grave.

 

Y pienso también que, para ese proceso de futuro, han quedado desautorizados los políticos catalanes que han conducido este penoso procedimiento, terminado en estrepitoso fracaso. Con Carles Puigdemont en primera posición.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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