José Apezarena

Han vendido Gibraltar otra vez

Peñón de Gibraltar.
Peñón de Gibraltar.

Hace 305 años y cuatro meses, en julio de 1713, España cedió Gibraltar a Gran Bretaña, con la firma del lamentable (al menos para los españoles) Tratado de Utrecht, que se puso fin a la Guerra de Sucesión.

Se entregó esa parte de España con tres condiciones: 1) la limitación del territorio cedido; 2) la falta de comunicación con zonas vecinas; y 3) el derecho de retrocesión a España en caso de que Gran Bretaña cambiara el régimen pactado.

Según los especialistas, España ha recuperado sus derechos sobre Gibraltar, aunque de facto continúe la presencia británica, por incumplimiento de la tercera condición. Es decir, porque ha cambiado el estatuto de Gibraltar, a través del referéndum de 2002 y de la Orden Constitucional de 2006.

Y ahora, con el acuerdo firmado por la Unión Europea con el Reino Unido, para dar una solución al Brexit, los ingleses nos han vuelto a derrotar. Pero esta vez con la complicidad del resto de países de Europa.

El Gobierno ha vendido de nuevo Gibraltar, merced a la ineptitud de un Ejecutivo que no se enteró de nada, que no se dio cuenta de la traición que nos estaban preparando, y que después ha sido incapaz de defender los derechos de España y ha tragado carros y carretas.

Los derechos de España han sido olímpicamente ignorados en el acuerdo del Brexit, lo cual condiciona muy seriamente el futuro de cualquier reivindicación, y aleja más que nunca una posible recuperación, ni siquiera por el camino de la cosoberanía.

De aquí en adelante, sobre el destino de Gibraltar hablarán el Reino Unido y la Unión Europea. Sin España. Eso establece el acuerdo firmado por Bruselas.

Cuando caímos en la cuenta de la celada que nos habían tendido, porque a alguien se le ocurrió leer la letra pequeña, ya fue demasiado tarde. El presidente Sánchez, en tono aparentemente definitivo, amenazó con vetar el Tratado. Palabras al aire. No lo ha cumplido. Y no le han hecho el menor caso. El Tratado se ha aprobado tal cual.

Eso sí, nos han dado... una carta. Una carta que contiene solo palabras: una declaración de los 27, otra de la Comisión, y la firma del embajador de Gran Bretaña. Sin la rúbrica de Theresa May, del ministro de Exteriores, del Parlamento Británico: la de un embajador. Humillación mayor no cabe. Tan grande como las tragaderas de este Gobierno.

 

Hasta en Lituania se han carcajeado de nosotros. Su presidenta, Dalia Grybauskaite, reconoció que habían conseguido que España no vetara el acuerdo utilizando el "truco" de prometer. "Prometimos prometer", explicó.

Eso es lo que ha conseguido Pedro Sánchez. Nada o casi nada.

Otra cosa es que los españoles lleguen a ser conscientes de la gravedad de lo ocurrido. Porque la capacidad mediática del Gobierno se ha demostrado atronadora, a la hora de lanzar mensajes falsos. Con la ayuda, por supuesto, de algún periódico amigo, algunas televisiones cómplices, y de unas cuantas webs alineadas.

La realidad, el resultado final, es que han vuelto a vender Gibraltar, 300 años y cuatro meses después. Pero esta vez sin una guerra por medio. Nos hemos rendido sin combatir.

Alguno hasta lo llamaría traición.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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