La cara más humana, y poco conocida, del candidato Manuel Pizarro

La entrada de Manuel Pizarro en el PP ha provocado un singular ambiente de optimismo en las filas del partido. Al impacto mediático que ha tenido su fichaje se unen la buena impresión que ha producido en sus primeras comparecencias públicas.

Por si fuera poco, la organización en Madrid lo ha recibido muy bien. La primera reunión con los alcaldes contribuyó a impulsar ese aire de optimismo. Tiene la intención de darse la “paliza” sobre todo en la comunidad, porque considera que en realidad es el “número uno por Madrid”, en la medida en que Rajoy es el candidato nacional.

Aparte de su preparación intelectual y económica, y por supuesto de su evidente aragonesismo, Manuel Pizarro reúne ingredientes humanos menos conocidos. Uno de ellos, la capacidad de dedicar tiempo a personas enfermas, y más en concreto a una hermana enferma a la que desde hace tiempo atiende con gran dedicación.

Es, además, muy amigo de sus amigos. Ha sido frecuente que, con ocasión de viajes a Zaragoza, invitara a amigos suyos a acompañarle en su coche con el fin de aprovechar ese tiempo para hablar de asuntos comunes y, en su caso, buscar soluciones a los problemas que hubiera. Más original es que entre esos acompañantes figuran amigos de tendencia política distinta a la suya.

 

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