El humor como máxima arma diplomática de destrucción masiva

A cuenta del tuit-broma de la embajada rusa por el chiste de los 10.000 soldados rusos dispuestos a apoyar la secesión de Cataluña

Carles Puigdemont.
Carles Puigdemont.

La locura del proyecto independentista catalán no conoce límite y por culpa de la incompetencia política española ya está dando la vuelta al Mundo, alcanzado límites entre lo grosero y lo peligroso.

El ridículo policial (me refiero a la cúpula) y judicial español (también a la cúpula) a cuenta de su total incompetencia para resolver la cuestión independentista catalana, a la altura de la incompetencia de la clase política española en su conjunto, es un grado más en esta línea de los despropósitos del Estado Español, que se miden en estulticia con las de Puigdemont, Torra y su banda.

Resulta que en su chifladura indepe, unos aventureros que como siempre giran en torno a la porquería asociada a cualquier desestabilización territorial como la catalana, se cuentan entre sí por sus móviles pinchados, que todos, incluso ellos, saben que están pinchados, y se ponen a elucubrar con presuntas ayudas rusas, como el loco que sueña en voz alta que vive en La Luna…

Y estas confabulaciones son dadas como verídicas en un procedimiento judicial en la Audiencia Nacional con informes policiales que lo contrastan, según fuentes de los medios de comunicación, sin caer en que nos movemos entre lo ridículo y lo grosero.

No es la primera vez; recordemos como hace dos años, la Ministra de Defensa de España, María Dolores de Cospedal (la de los vínculos con Villarejo), fue completamente ridiculizada a cuenta de unos humoristas rusos que la hicieron creer que hablaba con su homólogo de Letonia, el cual le trasladaba el absurdo de que la mitad de los turistas rusos que visitaban Barcelona eran espías y que Puigdemont era un agente ruso con el seudónimo de “Cipollino”, y ella se lo creía.

El que no haya oído esa broma, ridícula para España y su Diplomacia, la puede consultar en este enlace https://www.youtube.com/watch?v=kOIgG-n3YII&feature=emb_title pero les advierto que se preparen para una serie de risas que serán apoteósicas. 

Es evidente que el Estado Español está alcanzando unos niveles de chiste estratosféricos, pero lo grave es que nos jugamos mucho en ello; primero el prestigio de nuestra Nación, que es objeto de burla y de mofa, como acertadamente ha hecho la Embajada Rusa en España por medio de Twitter, pues hay acusaciones que es mejor tomarse a broma; y segundo, el riesgo que corre España, porque mientras tanto enviamos una Unidad militar ahora mismo a Letonia, en plena Pandemia, a efectuar unas maniobras en un territorio que nos va ni nos viene y en el que no tenemos ningún riesgo compartido con nuestros hipotéticos aliados de la OTAN.

Desde luego que cada vez somos más los españoles que nos avergonzamos de lo que sucede y nos vemos obligados a señalar que Rusia no es enemiga de España pero que tampoco nos conviene mucho enfadarla con acusaciones absurdas y ridículas como las descritas.

La clase política, judicial y policial española debe subir un escalón a este respecto; del escalón de ridículo permanente a otro en donde la Nación Española estaría mucho más segura.

 

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