Incendiar algo

Antidisturbios de los Mossos d'Esquadra (Foto: Glòria Sánchez / Europa Press).
Antidisturbios de los Mossos d'Esquadra (Foto: Glòria Sánchez / Europa Press).

No hay más que ver los telediarios, las películas, o los videojuegos, para comprobar que la violencia está de moda. Muchos de esos menores, y también los mayores, que salen a las calles a manifestarse, probablemente lo hagan porque tendrán ganas de actuar en la vida real, en vez de conformarse con lo que ven en la pantalla sentaditos en su cuarto, consumiendo violencia a granel, sin necesidad de moverse.

Como si la violencia en la vida real pudiera resolver todos los problemas que vemos resueltos en la ficción. Pasar de la pantalla a la calle es mucho más entretenido que la pereza y el hastío acumulados en los sucesivos confinamientos. Parece más real, aunque eso no sirva para resolver nada de lo que haya motivado esa acción de protesta: la libertad de expresión.

Al principio las manifestaciones son pacíficas y razonables, pero, en algún momento, un grupo no muy grande de violentos se apodera del mogollón de gente, y empieza a incendiar lo que pilla, a romper todo lo que se pueda y/o a interrumpir la vida normal de los vecinos.

Inmediatamente, otro mogollón de periodistas y cámaras de tv, se ponen a filmar y a contar lo que está pasando, incluso en directo y durante horas, con lo que agrandan la magnitud del suceso, para intentar saciar el hambre de violencia que nutre a unos espectadores insaciables, siempre que no les toque a ellos y puedan contemplarlo pacíficamente desde el sofá de su casa.

Como dice la canción; cada loco con su tema. Sin pensar si beneficia a los demás lo que hagamos, o si les incordia y sólo consiguen incendiar más las cosas y a la gente.

 
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