Incertidumbre ante el futuro de la república del Congo

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Elecciones en Congo.

La convivencia pacífica en la república democrática del Congo depende mucho de que se acepten los resultados de las elecciones presidenciales –a una sola vuelta- del pasado 30 de diciembre. La Comisión electoral independiente (CENI) ha tardado demasiado tiempo en hacer pública una información que contrasta, en concreto, con los datos de la conferencia episcopal, que había organizado una red de observadores, presente en la gran mayoría de los colegios electorales y oficinas encargadas del escrutinio, justamente para promover la limpieza del recuento. No se puede olvidar el importante papel mediador de los obispos, para asegurar la paz –a pesar de la represión- mientras el presidente Kabila dilataba desde diciembre de 2016 la exigencia de convocar elecciones.

Según la información oficial, Félix Tshisekedi ganó con el 38,57% de los votos, por delante de Martin Fayulu (34,8%), y quedó muy atrás el supuesto delfín del presidente Kabila, Emmanuel Ramazani Shadary (23%).

Al día siguiente de que la CENI diese a conocer los resultados, que concedían la victoria a Tshisekedi, la comisión permanente de los obispos hizo un comunicado en el que manifestaba que esos datos no correspondían a los que obraban en su poder. El vencedor habría sido otro candidato de la oposición, aunque inicialmente, el 3 de enero, la correspondiente comisión episcopal no dio nombre alguno, sino sólo la información de que “los datos que tenemos en nuestro poder, obtenidos a partir de las actas emitidas por los colegios electorales, revelan claramente la elección de un candidato” (que abriría el camino hacia la alternancia política). Parecía tratarse de Martin Fayulu Madidi.

En cualquier caso, los obispos exhortan a los ciudadanos "a mostrar madurez cívica y, sobre todo, a evitar cualquier forma de violencia. Si un partido cuestiona los resultados provisionales, le instamos a que utilice los procedimientos de la ley en conformidad con la Constitución y la ley electoral". Ciertamente, los resultados seguirán siendo provisionales, hasta que se pueda votar –probablemente en marzo- en las regiones de Beni, Butembo y Yumbi, afectadas por la epidemia del Ébola y por la presencia de grupos armados, que no permitían acudir a las urnas con seguridad.

La situación se complica porque, dos días después, la CENI entregó los resultados de las elecciones generales, que otorgan mayoría absoluta en la Asamblea Nacional a los aliados del presidente Joseph Kabila. Según un estudio también provisional elaborado por France Press sobre 485 diputados electos, entre 261 y 288 pertenecen a la coalición pro-Kabila Frente Común para el Congo. El Partido Popular para la Reconstrucción y la Democracia del propio Kabila obtuvo 48 escaños. Su partido satélite, 20. La coalición para el cambio, de Félix Tshisekedi, sólo obtuvo 46 escaños, frente a los 94 de la agrupación Lamuka de Martin Fayulu. Por esto, aunque no sea ya presidente, Kabila conservará el control de la Asamblea. Él mismo será senador vitalicio, de acuerdo con la Constitución. De hecho, el próximo primer ministro saldrá de las fuerzas mayoritarias, con la oposición parlamentaria de los diputados afines al nuevo presidente. Dentro de un régimen semi-presidencial, no presagia buenos resultados una cohabitación para comenzar la alternancia.

Estos datos podrían justificar la protesta de Fayulu, que acusa a Kabila de haber orquestado un "golpe electoral" con la complicidad de Tshisekedi. Antes del anuncio de los resultados, en una entrevista concedida a Jeune Afrique, Kabila afirmó que “el presidente electo proclamado será el presidente de la República Democrática del Congo, con todos los poderes para ejecutar su programa”. La respuesta de Martin Fayulu no se ha hecho esperar: “Si el Sr. Tshisekedi se convierte en presidente, se sentará en un asiento plegable. Será el títere de Kabila, que seguirá tirando de los hilos”.

Por su parte, las palabras del ganador abonan en cierto modo la hipótesis: “Rindo homenaje al Presidente Joseph Kabila. Hoy ya no debemos considerarlo como un adversario, sino más bien como un asociado en el cambio democrático de nuestro país”. Se especula con la posibilidad de que siga controlando los sectores estratégicos (Defensa, Finanzas, Banco Central), en el centro de la gran red de corrupción organizada durante los últimos años desde el poder. Mucho depende de que el Tribunal Constitucional convalide los resultados, para abrir paso a la toma de posesión del nuevo presidente, prevista para el 22 de enero.

Tal vez se acabe aceptando esta solución, pro bono pacis, para evitar nuevos derramamientos de sangre, dentro de los trágicos precedentes, que comenzaron con la guerra civil por la secesión de Katanga en la primera etapa de la descolonización. Sería como un primer paso de alternancia, que llevaría en un futuro próximo a una auténtica transición.

 
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