Javier Fumero

Jo, tía: ni hablar de dimitir, basta con esperar

María Gámez, directora general de la Guardia Civil, y Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior.
María Gámez, directora general de la Guardia Civil, y Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior.

Aquí no dimite ni el tato. Ya lo verán. Escándalo tras escándalo, nadie pone su cargo a disposición, hace las maletas y se marcha para casa. Con un poco de dignidad. Nada. Es una larga tradición: tampoco pasó con otros gobiernos, esa es la verdad.

Acaba de saberse que Marlaska mintió en sede parlamentaria. Una nota oficial del Ministerio del Interior, firmada por la directora general de la Guardia Civil y hecha pública por El Confidencial.com, demuestra que Pérez de los Cobos fue cesado por no facilitar a sus superiores información de la investigación del 8-M, algo que no podía hacer sin cometer una ilegalidad. Está por escrito.

En cualquier país este documento provocaría un escándalo de campeonato, un situación insoportable para los protagonistas. Los afectados podrían el cargo a disposición de quien correspondiera en cero coma. Insisto: incluso por vergüenza torera. Ni por esas. Aquí, ya lo verán, no va a pasar nada.

Basta visitar la hemeroteca reciente. Los palabros y el “jo, tía” de Irene Montero grabados de estrangis a la ministra de Galapagar también hubiera provocado los sofocos de cualquier persona decente. Menuda pillada. Pues iluso es el que piense en una renuncia: a ella Igual-le da. Seguirá, jo tía, cobrando su sueldo religiosamente. Faltaría más.

Si nos vamos un poco más atrás, pero no mucho, recordarán el escándalo Delsy y a su protagonista: el ministro José Luis Ábalos. Fue pillado en mentiras y renuncios durante una escandalosa visita al Aeropuerto de Barajas para rendirle pleitesía a la dictadura de Maduro. ¿En qué quedó todo aquello? En nada y menos que nada.

Aquella polémica se la llevó el viento y confirmó el viejo adagio monclovita: basta con esperar a que la tempestad amaine. Es la versión chunga del resistiré basada en el todo termina pasando. Nada deja secuelas. Ni un rasguño siquiera.

Por eso intuyo el consejo que han recibido este martes Marlaska y María Gámez: quietos y callados, ni hablar de dimitir que todo pasará. Así nos va.

 Más en twitter: @javierfumero

 
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