José Apezarena

Las chicas son… ¿guerreras?

Mujer militar.
Mujer militar (Foto: Pepe Díaz / Ministerio de Defensa).

Aparco por un momento la atención a las cuestiones políticas y a la pandemia del coronavirus, para plantear una reflexión que me acaba de sobrevenir.

Me lo he planteado con motivo de la nueva serie de televisión El Mandaloriano, basada, como es conocido, en uno de los personajes secundarios de La Guerra de las Galaxias: el cazador de recompensas.

En uno de los primeros capítulos, el protagonista mantiene una dura pelea con un colega de gremio, que resulta ser una mujer.

Ella le hace frente con enorme contundencia y habilidad, hasta el punto de que prácticamente le derrota. Se trata de una ex guerrera, que a continuación protagoniza otras hazañas físicas y de combate verdaderamente destacadas.

La reflexión viene también a cuento de que últimamente he podido ver varias películas más en las que las mujeres asumen el protagonismo casi en exclusiva. Pero se trata de filmes de acción, donde ellas asumen papeles de detectives, policías, soldados, superheroínas… que se desempeñan y pelean, físicamente hablando, igual o mejor que sus colegas varones.

Se suma a esto la visión reciente de alguna de las concentraciones celebradas el 8-M, el Día de la Mujer, en las que las participantes (¿tendré que decir participantas?) protagonizaron unos ejercicios sincronizados, todas a la vez, con gritos, gestos contundentes, casi marciales, como amenazantes que, no lo pude remediar, me recordaron las famosas danzas de los maoríes.

Las “hakas” de los jugadores de rugby de la selección nacional maorí, los All Blacks, es una de las cosas más impactantes que uno puede ver sobre un terreno de juego. Y, como digo, aquellas expresiones de las participantes en el 8-M me las recordaron.

¿El objetivo de esas concretas demostraciones del 8-M era también causar miedo, como en el caso de los All Blaks? Y, por cierto, dar miedo ¿a quién?

Hay mujeres en mi familia que, desde hace muchos años, son virtuosas del  taekwondo el arte marcial de origen coreano, que empezaron a cultivar siendo niñas. Algunas compañeras de trabajo practican ahora el boxing, un entrenamiento que combina movimientos de boxeo (puñetazos) y kickboxing sobre sacos profesionales.

 

Uno de los objetivos de prácticas semejantes es, por supuesto, el propio ejercicio físico, el entrenamiento. Mantenerse en forma, descargar tensiones laborales, divertirse… Y también, ¿por qué no?, adquirir habilidades que les permitan sentirse más seguras y, en su caso, si hiciera falta, defenderse con eficacia y contundencia.

Me parece muy bien. Incluso lo aplaudo. Y animo a entrenar esas y otras capacidades semejantes.

Evidentemente, existe un elevado número de mujeres con condiciones físicas muy superiores a las de muchos hombres. Basta fijarse un momento en las carreras, en el atletismo… y hasta en el levantamiento de peso. Y con más habilidades en la práctica deportiva, como se evidencia presenciando partidos de las selecciones femeninas de fútbol, baloncesto, waterpolo…

Pero, lo de trocarse en guerreras, como dice la canción… Y no sé si convertirse en otros Rambos, en este caso femeninos, constituye la mejor opción. Tengo mis dudas. Pero ellas tendrán que verlo y decidir.

Por cierto, hablando de peleas y hasta de guerras, impresionante las que vienen desarrollando tantísimas mujeres frente al coronavirus, en primera línea a todos los niveles, médicos, enfermeras y auxiliares, en la seguridad…

Aquí también se están comportando como combatientes al máximo nivel.

Enhorabuena. Y gracias.

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