La levedad del ser…político

Siempre que hay una sesión de Cortes -más si se le quiere dar la solemnidad de una moción de censura contra un gobierno- se pasa de la levedad del ser a la tontería de unos seres cada vez más inútiles y cuya función en la sociedad, tal como se desarrolla en estos momentos, apenas tiene sentido.

Sin olvidar las disculpas debidas a Milán Kundera por parafrasear el título, a la vista del desarrollo de la moción de censura no está de más recordar algunas de las reflexiones que hace Unamuno en un artículo de su “Contra esto y aquello”. Dice el eminente rector de la Universidad de Salamanca, que “la soledad es una alternativa contra la banalidad del quehacer político y contra la excesiva irresponsabilidad de la clase política que ha terminado espantando al ser humano…” (Es decir, invitaba don Miguel a huir de los políticos).

Siempre que hay una sesión de Cortes -más si se le quiere dar la solemnidad de una moción de censura contra un gobierno- se pasa de la levedad del ser a la tontería de unos seres cada vez más inútiles y cuya función en la sociedad, tal como se desarrolla en estos momentos, apenas tiene sentido.

No es ya que el abismo que separa a la llamada clase política de la realidad de la sociedad española sea de unas dimensiones desmesuradas, es que en dos días de sesiones es imposible encontrar alguna alusión mínimamente razonada a lo que de verdad preocupa e importa a los españoles. Mientras, horas y horas de discursos nos muestran imágenes penosas y talantes desquiciados que solamente miran a unos ombligos cada vez más prescindibles en las vidas de los ciudadanos.

Los discursos plagados de insultos, reproches, anatemas y descalificaciones y la gestualidad exagerada e impostada de quienes hacen que escuchan, no constituyen -a fuerza de repetidos- ni novedad ni sorpresa, pero llegan a estragar a ciudadanos que ven desparecer sus negocios, sus puestos de trabajo, su bienestar y hasta las vidas de quienes tienen alrededor y su discurrir habitual distorsionado y sufren amenazas fuera de control.

Y eso, además de demostrar la insoportable levedad intelectual de los políticos, provoca una lógica, pero indeseable, separación entre los ciudadanos y quienes están encargados de la gestión de la cosa pública.

En torno a la moción, se sucederán los análisis del día siguiente y habrá opiniones sobre beneficiados y perjudicados, sobre ganadores y perdedores, sobre ventajas adquiridas y retrocesos no recuperables, pero tampoco esos análisis tendrán nada que ver con el hartazgo y el cansancio de los votantes. Votantes que, si algunos, evidentemente tienen lo que se merecen, otros con no menos evidencia no se merecen ni este Gobierno ni esta oposición.

Ni por su puesto esta “casta” que diría el “anterior” Iglesias.

 
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