Javier Fumero

Qué mal comunica este Gobierno

“La mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino también parecerlo”. Siempre tuve el convencimiento personal de que esta sentencia era de lo más atinada y lo sigo pensando.

Es una canallada ser un mangante pero no serlo y pasar ante la opinión pública como tal es, como mínimo, una torpeza. Sobre todo, si uno tiene los medios para sacar a los ciudadanos del equívoco. No sólo hay que tener razón sino dar razón de lo que se hace. No parece tan difícil de entender.

Digo todo esto a cuenta del zipizape que se ha montado por las destituciones ordenadas desde Hacienda en la cúpula de la Agencia Tributaria. Hace unos días, tuve la oportunidad de hablar con un profesional de ese departamento. Lo que me contó me dejó perplejo.

Resulta que es práctica habitual de la inspección mantener abiertos algunos expedientes sancionadores frente a grandes contribuyentes que defraudan, mientras se negocia discretamente con ellos un acuerdo. Eso ofrece muchas ventajas: evita litigiosidad innecesaria, el Estado logra ingresar gran parte de la deuda sin esperas ni dilaciones y el Gobierno mantiene su guerra contra el fraude fiscal.

Pues bien. Al parecer, el carrusel de destituciones ordenadas por Cristóbal Montoro tiene como punto de ignición la rebelión de un grupo de inspectores, afines al PSOE y de marcada militancia socialista, que decidieron por sus pistolas reventar la negociación que el Gobierno mantenía con Cemex, un inversor de altos vuelos para el país.

Montoro no tramaba un cambalache; negociaba un acuerdo discreto donde se pagara lo razonable (no el montante total de lo escamoteado pero sí una buena parte) a cambio de inversiones futuras en España (que se estaban concretando), por parte de esa empresa.

¿Qué les parece el proceder? A mi, de lo más razonable. Sin embargo, no me parece tan legítimo que un puñado de funcionarios, investidos de no se sabe qué autoridad, decida por su cuenta y riesgo dinamitar una operación de tal calibre. Tan ortodoxa como otras muchas que se han cerrado años atrás en el Ministerio, con ellos allí trabajando, por cierto.

¿Y esto por qué no se contó así desde el principio? ¿Por qué nadie se adelantó a ofrecerle a los españoles al menos una buena parte de la verdad? Se ha actuado tarde y mal. Y a rebufo, por detrás de los acontecimientos, cuando ya restituir al cántaro la leche derramada es imposible. Los ciudadanos no son tontos. Se les puede tratar como adultos. Pero no hay que dormirse en los laureles.

Pues no. Se ha salido al paso dos semanas después del affaire y no con mucha claridad, dejando en un lateral lo verdaderamente mollar del asunto. ¿Resultado? Ahora parece que el PP ha promovido una purga puramente ideológica, cuando se trataba de poner de patitas en la calle a personas desleales y negligentes. 

 

Mucho me temo que algunos en el Gobierno siguen considerando la comunicación una majadería, una pérdida de tiempo o un simple caldo mental. Qué error: la mujer del César pareciendo lo que no es. Qué grave error. Ya se darán cuenta.

Más en twitter: @javierfumero

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