Manuel de Falla compuso el himno del ejército franquista
El más famoso músico español del siglo XX, Don Manuel de Falla, es el autor del “Himno Marcial” (llamado también “Poema de la Guerra”), que con letra del poeta Don José María Pemán, se constituyó en el Himno del Ejército Nacional, pero que sin embargo nunca, que se sepa, fue reproducido ni grabado, a pesar de que incluso dicho trabajo llegó a ser portada en el Diario ABC de la España Nacional el día 7 de octubre de 1937, incluso con fotografía en primer plano de ambos coautores.
Se trata de una música adaptada de la Opera de “Los Pirineos” del maestro catalán Don Felipe Pedrell, en concreto del denominado “Canto de los Almogávares”, parte vibrante de la mencionada obra que evoca a aquellos soldados cristianos de la Reconquista española durante la Edad Media, y que se puede disfrutar en el siguiente vídeo a partir del momento 2:40:40:
Tras mis investigaciones sobre el particular, obtuve amablemente de la Fundación Manuel de Falla copia telemática del original de las partituras, que además son manuscritas de los precitados inicialmente, y que son sin duda una joya musical que merece ser conocida, representada e investigada por los musicólogos de todo el Mundo.
Hay que agradecer sin duda a los esfuerzos de la Memoria Histórica para borrar todo atisbo real de nuestro pasado que, como reacción, hayamos sido capaces de recuperar semejante obra musical y vínculo histórico.
La figura de los Almogávares ha sido siempre una constante en la persona del General Franco y de su Ejército; vaya como ejemplo que en su obra titulada “Raza” se haga de ellos una mención especial como esa realidad genética hispánica que resurge cuando se le necesita para salvar a la Nación de sus más feroces enemigos internos o externos.
Así fue durante la Edad Media, como así entendían sus protagonistas que fue en la Guerra Civil Española, calificada como una nueva Reconquista o Cruzada contra sus enemigos.
“Desperta Ferro”, el grito de los Almogávares, se escucha maravillosamente en la Opera de Pedrell, un gran catalán y patriota español, maestro de Falla, reflejo guerrero que es trasladado y adaptado de la magia de Falla y de la poesía de Pemán, al que es quizá, junto con el poema “Flowering Rifle” del poeta surafricano Roy Campbell, el mejor poema escrito de nuestro enfrentamiento fratricida, pero que por virar del lado de la España Franquista, parecen que han sido objeto de olvido y censura.
Sin embargo, en la obra de Falla y Pemán no hay evocaciones o cánticos al odio y a la violencia, como sucedía entre los intelectuales frentepopulistas como Rafael Alberti y sus secuaces; estamos ante un verdadero poema de amor y de paz, paz y amor que se elevan y triunfan frente a los crímenes de la revolución frentepopulista, hoy representada en el momento actual como un Arcadia feliz.
Estamos con esta obra ante la conjunción de dos Grandes de la Intelectualidad en España que dan como resultado un poema tan hermoso y evocador que paradójicamente vamos a recuperar en esta nueva época de odio que se auspicia desde los herederos del Frente Popular.
Sin duda que hay quien pretenderá aplicar la Ley de la Memoria Histórica a Don Manuel de Falla, como hacen con Pemán, por medio de esas nuevas checas de la historia, que son los Comisionados o Expertos en Memoria Histórica, verdaderos ignorantes del arte y de la historia, e incluso tratarán de exhumar sus restos mortales de su lugar de eterno descanso, perturbando esa base elemental de la convivencia pacífica de que a los muertos hay que dejarles en paz.
Pareciese que la Leyenda Negra, que tanto daño ha hecho en la Historia de España, ha entrado a saco en los acontecimientos sucedidos en la década de los años 30 del siglo pasado en nuestro país, y además lo ha hecho ahora con rango de Ley punitiva y de censura.
Frente a esa Leyenda Negra contemporánea y a esos fanáticos del revisionismo infundado y trasnochado, se alza hoy el “Himno Marcial” de Falla y de Pemán, y la obra de decenas de artistas de todas las épocas, que como Pedrell, evocan a los Soldados Almogávares que morían en el frente por sus ideales y que, como en esa maravillosa Opera, acaban cantando “Victoria, Victoria, Victoria”, mientras los tambores, violines y las trompetas nos hacen estremecer el corazón y el alma y sentir emociones indescriptibles.
Guillermo Rocafort
Historiador e Investigador
Experto en Contra-Memoria Histórica
