Javier Fumero

Marchena, qué presidente

El juez Manuel Marchena.
El juez Manuel Marchena.

El comentario es prácticamente unánime (fanáticos de Cataluña, excluidos, claro está): el auténtico protagonista del juicio del 1-O está siendo Manuel Marchena. El presidente del tribunal está dando, a juicio de los expertos, una auténtica lección de firmeza, determinación, equidad y profesionalidad.

Hay que decir que el morlaco que debía torear no es poca cosa. Se trata del proceso judicial más mediático y complejo de los últimos años. Las cifras hablan por sí solas: 12 acusados y 7 prófugos de la Justicia; 7 magistrados, 4 fiscales y 17 abogados; 2.100 folios de sumario, 600 testigos llamados a declarar, durante más de tres meses de vistas públicas.

A todo esto se ha enfrentado Marchena que renunció a presidir el Tribunal Supremo para que nada le impidiera ponerse al frente de este proceso. He escuchado la opinión de jueces, de abogados y de algún fiscal. Todos coinciden en afirmar que el comportamiento de Marchena está siendo irreprochable. Tanto que los independentistas van a tener muy difícil obtener en Europa una apelación favorable si salen condenados. Porque el trabajo del presidente está siendo impecable.

Marchena está demostrando ser un juez implacable, firme, contundente. Todas las semanas hay alguna intervención memorable… como la de este lunes. El fiscal Fidel Cadena intentaba obtener datos sobre la ilegalidad del referéndum durante el interrogatorio a un testigo. Quería saber si el declarante (en este caso, una mujer) había sido consciente de la prohibición decretada por el Constitucional. Y volvía sobre esa cuestión. “Entonces, pese a estas resoluciones, ¿usted decidió ir a votar?”.

En ese momento intervino el presidente Marchena, con una coletilla que se está haciendo famosa: “Vamos a ver, señor fiscal”. Y añadió: “Ella en principio es libre de decidir si vota, si no vota, si lo considera legal, si lo considera ilegal. No puede usted formularle en la pregunta un reproche por haber ido a votar”.

Pum.

Pero hubo más. Poco después fue la abogada del Estado, Rosa María Seoane, la que se las tuvo que ver con Marchena. Otra testigo estaba hablando: “Era una fiesta, estábamos tomando café, unos trajeron una...”. No la dejó terminar, porque Seoane intervino tajante: “Entonces se quedó usted, ¿por qué?”. El presidente del tribunal tomó la palabra y soltó su popular: “Vamos a ver”, que suele ir acompañado de una reconvención. En este caso le pidió a la abogada del Estado que la dejase terminar.

-- “Es que, señoría, lo que trato de impedir es que conteste cosas que no le he preguntado”, argumentó Seoane.

-- “No. Ella está tratando de responder a la pregunta que usted le ha hecho. En consecuencia, no le interrumpa. Si no queda claro, repreguntamos”.

Catapum.

 

Qué quieren que les diga. Me gusta. Marchena reparte a diestro y siniestro. Vela por la ‘pureza’ del juicio. Frena a unos y a otros. No permite atropellos, ni mítines políticos en la sala. Ha expulsado con mano firme a quienes se han negado a declarar. Ha frenado intervenciones para dejar claro que se enjuician hechos y no se deben verter opiniones, ni preguntar por sentimientos.

En definitiva: actuaciones como esta dignifican a la Justicia y nos permite esperar en la buena marcha de este país. La calidad democrática de una nación también se mide por la categoría y altura de estos profesionales. Nos podemos felicitar.

Más en twitter: @javierfumero

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