José Apezarena

Los militantes del PP han votado cambio

El resultado de la primera fase de primarias en el PP arroja un mensaje bastante claro: los militantes reclaman un cambio profundo en el partido.

Cierto es que ha votado un porcentaje muy bajo de los afiliados, pero, evidentemente, se trata de los más motivados, los más implicados, los que quieren que su voz se oiga y que se tome en consideración. Son los que cuentan, los que se han movilizado para que las cosas no sigan igual.

La derrota de María Dolores de Cospedal excluye precisamente a la parte más “antigua” del PP. No solamente por su perfil de edad, sino sobre todo porque ella recogía en gran parte la herencia del marianismo, que ahora ha quedado aparcado definitivamente. Aquí está el gran mensaje de cambio.

Soraya Sáenz de Santamaría es la persona menos “del partido”, porque nunca tuvo demasiado relación con sus estructuras, pero su bagaje se concentra en el trabajo realizado como vicepresidenta.

Al votarle, los militantes han escogido, en ella, una persona con capacidad de gestión y con experiencia y perfil para un día presidir el Gobierno. Por así decirlo, más que por un presidente han apostado por una candidata que pueda ganar las generales.

No obstante, al mismo tiempo, no deja de ser un personaje cercano a la figura y trayectoria de Mariano Rajoy, y por tanto contaminada con esa herencia del marianismo que una porción del partido parece querer olvidar.

Más rompedor resulta lo ocurrido con Pablo Casado, que parecía el tercero en discordia pero que ha conseguido colarse en la fase final. Representa, de forma más clara aún, el deseo de cambio que se ha instaurado en las entrañas del PP, al menos según los resultados de la consulta.

Los que le han votado reclaman borrón y cuenta nueva. Demandan otra cara, otra forma de hacer las cosas, un estilo distinto. Pero, sobre todo, alguien que no tenga nada que ver con los escándalos que han sacudido los cimientos del partido hasta amenazar ruina.

Por si fuera poco, coincide con la nueva generación de políticos que han tomado el mando del país, entre los que figura Pedro Sánchez, pero sobre todo Pablo Iglesias y Albert Rivera, que tienen prácticamente la misma edad que Pablo Casado.

 

Casado ha contado, en la sombra, con un buen equipo de asesores. Y también se ha recorrido el partido, casi ciudad por ciudad. Es por tanto conocido en las sedes territoriales y locales, lo que explica igualmente su buen resultado.

Y ahora, casi todas las voces internas demandan que, para la votación definitiva, los días 20 y 21 de julio, se conforme una candidatura unitaria, integrada por los dos ganadores de la primera ronda. Eso sí, con Soraya como número uno y con Casado como dos.

En mi opinión, tal salida puede resultar frustrante. Para una vez que en el PP se desencadena un proceso de selección, en el que ha habido confrontación de estilos y de mensajes, no parece buena idea cortarlo de raíz, colapsando una dinámica interna muy interesante porque ha resucitado un partido que estaba adormilado, cuando no idiotizado.

Si quiere ganar elecciones, el PP debe aprovechar el aire fresco aportado por el proceso de primarias, coger impulso, sacudir rutinas, y hasta volver a creer que pueden ser el partido que saque adelante este país otra vez.

Cerrada la puerta de la primera fase de las primarias, la pregunta es qué harán los compromisarios, esos pocos y escogidos votantes que, en la segunda vuelta, elegirán a su futuro presidente/a.

¿Se esforzarán por atender la voz y el mensaje emitido estos últimos días y en la votación de ayer, es decir, la demanda de las bases? ¿O se limitarán a su personal punto de vista? Sobre todo, ¿mantendrán las promesas que seguramente han hecho al aparato de su respectivo territorio, los compromisos con las comanditas y los intereses de grupo, o se atreverán a actuar con libertad?

Y la gran incógnita es cómo actuarán los compromisarios vinculados a la perdedora, a María Dolores de Cospedal. ¿A quién darán su apoyo, a Sáenz de Santamaría o a Pablo Casado? Habrá que escuchar qué mensaje les envía Cospedal.

De todas formas, el paso dado ahora en el Partido Popular no debería verse frustrado. Las demandas de cambio tendrían que ser atendidas. Por su propio bien. Y por el del país.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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